Libardo León Guarín
Derechos en la encrucijada
Algo debe estar sucediendo en los extremos, pero en las luchas bienvenidas por defender al medio ambiente, a las mujeres, a los animales, a los Lgbt, tan de este comienzo de siglo, como para estar pasando la raya hacia el otro lado, hasta alegar que las cosas tienen derechos como sucedió con el río Cauca, cuando el Tribunal Superior de Medellín salió en su defensa por haber sido secado y maltratado por trabajos en Hidroituango. Sin embargo, sigue vigente que un derecho es la condición humana de poder tener o exigir lo que se considera éticamente correcto, establecido o no legalmente; los esclavos no tenían derechos porque eran cosas de compra y venta como los jugadores de fútbol
Y la polémica reciente acerca de los derechos de los animales. ¿Aceptarían las religiones que predican el más allá que también tienen alma? ¿Sería un derecho suyo la rebelión contra sus amos cuando los dominan, cambiándoles su destino natural, a tales extremos que los ponen a dormir con ellos –sean cerditos, serpientes o gatos-, a vestirse como la señorita de la casa con gafas oscuras, collares, uñas pintadas, peinados y cremas para el hocico? Se está confundiendo la protección con legislación drástica que los humanos debemos a los árboles para que no sean solo leña y para que los perros no sigan teniendo vida de perros, con los derechos que son exclusivos para los seres humanos, entre otras cosas porque imponen deberes morales y éticos, que no se pueden confundir con comportamientos instintivos, así sean aprendidos, de animales y plantas. Es mediante esos derechos y deberes que los humanos han pretendido y podido dirimir conflictos o fomentarlos, para no ser tan angelicales, desde cuando se institucionalizaron los derechos con el advenimiento de la democracia, basados en búsquedas justas e igualitarias. Así entendidos los derechos, lo de “humanos” resulta un pleonasmo.
Mucho tiempo ha empleado la humanidad luchando por derechos a la igualdad, la fraternidad, la libertad para todos y no para unos cuantos. Muchos siglos llevan las mujeres, los negros, los homosexuales, los pobres luchando por sus derechos y más reciente por la protección de la naturaleza, porque impunemente la hemos venido destrozado.
Todavía queda mucho por hacer en estos campos: pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.