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Libardo León Guarín
Lunes 19 de abril de 2021 - 12:00 PM

Los aliados estratégicos

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LLama la atención la indiferencia, como si fuera con otros la cosa, ante la ratificación del gobierno Biden de Colombia como aliado estratégico, entre muchos otros escogidos por el planeta entero. Tampoco se esperaba otra cosa, habiendo reconocido desde antes en esta columna que el cambio de nombre en la Casa Blanca era solo eso y nada más. ¿O alguien esperaba que el gobierno del presidente Duque siquiera tratara de aclarar o pedir que le aclararan, el significado de semejante asignación? No somos solo aliados sino “estratégicos”, comodín y celestina para sus guerras, acoso a vecinos incómodos, campo experimental e imagen que siempre la presentarán como la más acertada para defender la democracia.

Durante el desarrollo del colonialismo no había aliados estratégicos sino territorios poblados por “naturales” que bien podían ser plantas, animales o seres humanos al servicio de sedes metropolitanas; ya territorios recorridos por Jesucristo entre rebeldías, milagros y creyentes, eran colonia romana, con sometimiento de la población y explotación de los recursos al servicio del imperio. Con el advenimiento de las repúblicas independientes y soberanas, el Estado tripartito y la extinción de los reyes absolutos –en el futuro solo quedarían los reyes de la baraja, dijo el rey egipcio Faruk I destronado (1.952)-, todo parecía decir que llegaríamos a una sociedad de naciones soberanas como ilusamente pensaron hace 100 años, luego la ONU, la Guerra Fría defendida a lado y lado con aliados estratégicos y los no alineados sin futuro. Pero todo resultó ser vanas ilusiones; el neocolonialismo cambió de estilo, de forma, como lo está haciendo el gobierno Biden, para continuar esencialmente con lo mismo, con repúblicas de fachadas soberanas, escudo, himno, bandera y fronteras “nacionales”.

El silencio oficial como el mediático ante la vieja noticia recordándonos que somos aliados estratégicos, por decisión soberana de Estados Unidos, apéndice suyo para andar aquí como Pedro por su casa, nos dice que la suerte está echada; que preferimos esconder las consecuencias bajando la cabeza como el avestruz.

Adenda.- Las inquietudes intelectuales un tanto dispersas de Manuel Enrique Rey Sanmiguel, Ingeniero químico de la Universidad Nacional de Colombia y empresario, nos entregan su nuevo trabajo “La conformación de lenguajes y naciones”; reflejo del profesional académico, humanista de visión amplia, distante del ingeniero restringido y limitado en otros campos del conocimiento.

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