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Libardo León Guarín
Lunes 12 de julio de 2021 - 12:00 PM

Por donde quiera que vayas

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Aún sin ser sociólogo, encontramos que las patologías sociales no son caprichos personales ni desgracias del destino o designios de los dioses, sino que están atadas al modelo de sociedad prevalente construida por humanos, a sus ideales, horizontes y cosmogonías, a sus normas formales e informales; en nuestro caso, con el modelo de sociedad neoliberal reimplantado desde finales del XX, una vez superado el colapso de 1929, con predominio de la institución económica, porque en otros tiempos fue lo religioso. Que lo diga la dicotomía economía-vida, en plena pandemia, con el triunfo de la primera.

Esta introducción para ver lo acontecido en Haití, con participación de sicarios colombianos, que como si nada montan organizaciones para lucrarse enviando matones a donde los pidan, con la frescura que se envía un paquete de rosas. Para asombrarse, si queda algo de asombro después de los falsos positivos, de las masacres continuadas por los señores de la guerra y de gobiernos, que al tiempo que satanizan el informe de la CIDH, cierran los ojos porque su proyecto político es criminalizar a todo adversario para que el país siga igual. Haití la más pobre en la América de pobres, la que acogió a Bolívar, la líder en el proceso independentista del colonialismo y pionera en levantamientos de negros (1791). Pero también la de Papá Doc y sus “Tonton Macoute”, que ahora emulan matones a sueldo egresados del cuestionado ejército colombiano.

Si en Europa y por donde quiera que fueras la imagen del colombiano era la de un rumbero de miedo, ahora se le añade la de venir de un narco-estado, exportador de sicarios que hacen la “vuelta” como oficio cotidiano. Flaco favor hacen voceros oficiales dando explicaciones tan pueriles como engañosas, para minimizar el escándalo, sin ir al fondo del problema llamado modelo de sociedad –“los exmilitares tienen bajos ingresos”, “no fueron sino 8”, “son manzanas podridas”-, prestos a justificar el éxito económico sin importar los medios. Viendo el estado de cosas a las cuales llegamos, surgen preguntas: ¿Colombia es país viable o es Estado fallido que habría que reinventarlo? Síntomas como la dimensión de la protesta social reciente –vigente-, no puede explicarse por un grupúsculo de desadaptados, que ciertamente lo son porque en la sociedad neoliberal resultante no tienen ni ven futuro.

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