Y como se esperaba no es Uribe como muchos lo presagiaban, cumple lo de gobernar sin mirar por el retrovisor; ha mostrado, como lo dijo desde el principio, que quería borrar barreras y por eso su mensaje conciliador. No le ha quedado fácil buscar la gobernabilidad sin mermelada, hasta su misma bancada no le da seguridad a los proyectos en el Congreso, por eso ya le tienen embotado a él y cerca 12 millones de colombianos todas las iniciativas llevadas al Congreso contra la corrupción.
Sin embargo el país siente que no ha arrancado, motores como las obras de infraestructura y la construcción de vivienda están patinando, son desastrosas las noticias diarias sobre la falla en los contratos que tienen que ver con las obras públicas, las deformaciones que muestra el puente Hisgaura en la vía Málaga-Bucaramanga, importante para el tráfico: Bogotá Bucaramanga Santa Marta y Bogotá Cúcuta. Ya no solo se nos tuercen los políticos, también se tuercen nuestros puentes.
Y por el lado de la vivienda los beneficios que se le otorgan a través de lo que llamó el gobierno de Santos ‘Mi casa ya’, que no es más que el subsidio que se les otorga a los compradores de vivienda de hasta 435 salarios mínimos, ya está agotado. Eso permite a una clase media que vive colando y viviendo atender un crédito y tener casa propia con el alivio en los primeros siete años del crédito.
Esto no solo golpea a una clase media que se siente acosada con la idea de que mercar será más caro, sino a los constructores que se quedan con inventario y grandes deudas en los bancos.
Definitivamente al Doctor Duque le va tocar no seguir siendo el gordito bueno del salón, para meter en cintura a los políticos en el Congreso, a los estudiantes y profesores en las calles, quienes con manifestaciones planificadas estratégicamente quieren paralizar las ciudades; debe haber libertades en las protestas, pero no desbordar la intención de ellas; en mi época salíamos a protestar sin ocultar la cara, franjeábamos autoridades sin robar almacenes.
