martes 14 de marzo de 2023 - 12:00 AM

El culebrón de Aida

Nada como un escándalo para desplazar otro. En Colombia es usual que la atención salte de caso en caso, sin digerir, poniendo la carga del lado de la emoción y no de la razón. Por eso, en medio de ese carrusel en el que vivimos, vale la pena rescatar las preguntas que el editorial del periódico El Espectador planteó este domingo con motivo de la deportación de la prófuga Aida Merlano, quien regresó al país la semana pasada en medio de un extraño operativo que parecía más un recibimiento con honores que un procedimiento judicial de rutina.

“¿Por qué las fotografías sonrientes junto a la congresista condenada? ¿Por qué la rueda de prensa donde se le permitió repetir, sin aportar alguna evidencia, sus señalamientos? ¿Por qué el Inpec y la Policía no se encargaron simplemente de hacer la captura y trasladarla de inmediato a un centro de reclusión?”, se pregunta el periódico, a lo cual antepone otro interrogante: “¿el interés era hacer el mayor ruido posible en un país en tensión por lo señalamientos judiciales de las últimas semanas que salpican al Gobierno nacional?”

La señora Merlano, para hacer memoria, tiene una condena de once años de cárcel emitida por la Corte Suprema de Justicia por los delitos de corrupción al sufragante, concierto para delinquir y porte o tenencia ilegal de armas de fuego de defensa personal, que tiene pendiente una decisión de segunda instancia, y a ello hay que sumarle un proceso en contra por el delito de fuga de presos, de aquél famoso episodio que redondeó con su ‘odontológico’ escape, hecho por el cual su hija Aida Victoria Merlano está condenada, en primera instancia, a siete años y seis meses de prisión.

El exsenador Gustavo Bolívar, fiel escudero de la actual administración y exitoso escritor de narconovelas, lo interpreta así: “Qué rostro lindo tiene Aída Merlano. Su historia es la Catalina en Sin Tetas: la joven de barrio popular cuya belleza se convierte en maldición: Buitres al acecho para abusarla, pervertirla o convertirla en lo que fue. Sin esa belleza, seguro su destino hubiera sido otro”. Puro culebrón.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia Liberal no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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