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Luis Fernando Rueda
Domingo 29 de septiembre de 2019 - 12:00 PM

En su Greta

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Sin eufemismos, una jovencita sueca les gritó en la cara a los -¿líderes?- mundiales que estuvieron en la Cumbre de Acción Climática, un evento previo a la 74 Asamblea General de las Naciones Unidas, que finaliza hoy en Nueva York: “Estamos en el comienzo de una extinción masiva, y de lo único que ustedes pueden hablar es de dinero y de cuentos de hadas de crecimiento económico”, les espetó.

La historia de Gretha Thunberg se remonta un año atrás cuando, en un acto solitario de desobediencia civil, se sentó cada viernes en las escaleras del Parlamento Sueco, en Estocolmo, para reclamarle a los políticos por acciones contra el cambio climático. Tan pronto como las redes sociales se encargaron de multiplicar su protesta, pasó del anonimato a ser la cara más visible del activismo global contra la crisis climática.

Un reportaje publicado en febrero pasado en The New York Times reveló que Thunberg, a los 11 años, cayó en una depresión profunda. El haber visto documentales en su escuela sobre el deshielo del Ártico la afectó, a tal punto, que convirtió su preocupación en un propósito -sufre del síndrome de Asperger- para ser escuchada. Así superó la soledad de su ser interior y logró, a los 16 años, además de plantarles la cara a los adultos por su estupidez, con ironía y sarcasmo, convocar durante dos viernes seguidos a más de cuatro millones de personas, en 175 países y 6.338 eventos, en #FridaysForFuture, un movimiento global de protestas juveniles que replicaron su solitaria y pacífica acción.

Una verdadera influenciadora, tan de moda hoy en el universo digital, que se diferencia de tanto youtuber saltimbanqui por haber puesto a las generaciones más jóvenes, sin disparar un solo tiro, en el epicentro de un asunto global: el calentamiento del planeta. Sus palabras le han valido, además de admiración, reacciones en contra por ser, según sus detractores, un ‘producto’ lucrativo detrás de su imagen de adolescente. En estas praderas la congresista colombiana María Fernanda Cabal redujo la iniciativa de Thunberg a un simple ‘patético’. Yo prefiero una Gretha y no a la ‘honorable Vinagreta’.

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