Las declaraciones del ministro de Defensa, Iván Velásquez, sobre el vencimiento del documento Conpes 4078 de 2022 este 31 de diciembre, que cerró la puerta a la compra de aviones de combate, por ahora, con el fin de renovar la envejecida flotilla de Kfir, cuando apenas dos semanas atrás el presidente de la República, Gustavo Petro, anunció la adquisición de 16 cazas franceses por una suma cercana a los $15 billones, se sumaron a la cadena de salidas en falso de un gobierno que está convirtiendo la excepción en regla.
En el universo de las comunicaciones institucionales la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es un mandamiento difícil de obviar en la medida en que la credibilidad es un activo valioso para cualquier gestión. La improvisación es un síntoma que se resiste a desaparecer en la joven administración lo que plantea interrogantes válidos sobre la eficacia de su estrategia para comunicar.
“Por su estilo, que ya habíamos conocido en Bogotá, sabemos que el presidente Petro gobierna con un sistema de error y ensayo en el que se toleran profundas metidas de pata de sus funcionarios”, opina el periodista Juan Lozano, curtido en esas lides. Por esa misma línea se refiere el analista económico Ricardo Ávila, quien sostiene que “transcurridos algo menos de cinco meses, las salidas en falso persisten. El principal elemento de disrupción proviene de la Casa de Nariño. A punta de trinos, declaraciones y discursos Gustavo Petro enrarece el ambiente”. Y desde las filas del Pacto Histórico, el congresista Roy Barreras, advierte: “Mi llamado es a que hagan más y hablen menos”.
Nadie pone en entredicho la audacia del ahora mandatario de los colombianos, así sus detractores más recalcitrantes se retuerzan, pero no se puede perder de vista que Petro hace parte de esos liderazgos que caminan sobre una delgada línea que, sobre la desinformación, define el periódico El País de España: “Es la guerra silenciosa más sofisticada de nuestra época. La expansión de falsedades se ha convertido en un recurso de los extremismos y populismos para desestabilizar la democracia”. Ojalá que no.