No acaban los santandereanos de reponerse del impacto profundo que deja en el ánimo una noticia trágica cuyos protagonistas...
Los ‘Bueno’ somos más
Un video publicado en redes sociales muestra en cámara subjetiva los momentos en los que un conductor evade un operativo montado por las autoridades de tránsito, el fin de semana, por conducir aparentemente en estado de embriaguez. Quien iba al volante de la camioneta arremete, en su loca carrera por escapar, contra varios vehículos, se viene encima de quien graba en ese momento y logra, parcialmente, su cometido. Kilómetros más adelante es detenido y su 4x4 termina inmovilizada.
Quien estaba grabando era el mismo director de Tránsito de Bucaramanga, a quien el energúmeno piloto intentó atropellar con su lujosa camioneta, haciendo ‘mérito’ a una frase acuñada en una columna del periodista Alfredo Molano Jimeno, publicada justamente la semana anterior en El Espectador: “Todos, ricos y pobres, quieren sentir el poder del 4x4, la potencia de la máquina que les permite pasar por encima de cualquiera”.
El funcionario agredido, que desde que asumió su cargo entendió que su gestión por ordenar el caos vehicular de la ciudad debía ir acompañada de una fuerte estrategia de difusión, a través del marketing de contenidos, se ha aprovechado de la inmediatez de las redes sociales para devolverle un poco la confianza al ejercicio de la autoridad, extraviada hace rato ante la inoperancia, desgreño y corrupción al interior de la dependencia de Tránsito en la capital santandereana.
En un poco más de dos meses sus habitantes hemos visto los esfuerzos por meter en cintura a cientos de infractores que, todos los días, se pasan por la faja no solo las normas de tránsito sino las de convivencia ciudadana, que ponen este asunto como uno de los temas a debatir en la contienda electoral de octubre próximo. El cortoplacismo que nos caracteriza deja siempre de lado la formación, desde los primeros años de vida escolar, de aquello que tiempo atrás conocimos como cívica y urbanidad.
Y ello no se logra a punta de decretar cátedras, como aquella fallida del agua, sino de un trabajo consistente para revertir -volviendo a Molano- que conducir carro o motocicleta signifique “patente de corso para pasar por encima del que sea”.