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Luis Fernando Rueda
Domingo 23 de mayo de 2021 - 12:00 PM

Paro mata Copa

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Realmente lo menos importante de lo más importante, entre los hechos suscitados a raíz de la convulsión que nos tiene atrapados desde hace cuatro semanas, es que nos hayamos quedado sin ser sede de la Copa América. Lo que demostró el anuncio de pedir el aplazamiento, y la inmediata respuesta de la Conmebol con la negativa, es que las comunicaciones de este Gobierno perdieron los papeles hace rato. Su arrogancia no les permite ver más allá del solio en el que están encaramados.

También sirvió como un trofeo más para reclamar, junto con los retiros de las reformas tributaria y de salud, las cabezas de tres ministros, la baja en la calificación crediticia por parte de Standard and Poor’s, el bloqueo de las carreteras, la negativa de las navieras de no atracar en el puerto de Buenaventura y el rechazo internacional a los abusos de la Fuerza Pública, un supuesto ‘poder’ asociado a un comité de paro que ha demostrado que quiere ir por más.

La mesa de negociación no puede parecerse a una mesa de negación, pues el reconocimiento de los unos y los otros, que nadie ha dicho que sea fácil, se extravía en declaraciones que apuntan, por un lado, a arrinconar al Gobierno con un listado de exigencias sobre deudas pendientes del pasado, y por el otro, unos representantes oficiales que cuidan cada palabra para no atizar más el fuego.

Sin embargo el tiempo se agota, y la paciencia de la ciudadanía también, al ver de qué manera la protesta legítima de los manifestantes termina, cuando llega la noche, en hechos vandálicos que hacen temer lo peor y que se han concentrado en atacar el sistema de transporte masivo, los CAI de la Policía y entidades financieras, principalmente, así como mobiliario urbano y negocios comerciales.

Así es poco probable que nos pongamos de acuerdo. Esto se convirtió en una batalla de odios, de revancha social, en donde no hay un liderazgo que asome la cabeza -¿dónde se metieron?- y sí corremos el riesgo de terminar siendo gobernados por un ‘influencer’. Cuando eso suceda que nos coja confesados.

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