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Luis Fernando Rueda
Lunes 27 de septiembre de 2021 - 12:00 PM

Temeridad y mala fe

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Alex Alberto Fernández Harding. Para que no lo olvidemos, esos son los nombres y apellidos del abogado defensor del empresario Enrique Rafael Vives Caballero, involucrado en un desafortunado, lamentable y trágico accidente de tránsito que causó la muerte de seis personas y dejó gravemente herida a otra, en la ciudad de Santa Marta, en un hecho que ha tenido toda la atención en los medios de comunicación.

Como la memoria es traicionera, esos nombres y apellidos quedarán registrados en los ‘anaqueles’ de la historia, cuando ya el caso sea uno más, sin embargo, debería ser fuente de estudio como uno de esos ejemplos perversos -ojalá para los miles de jóvenes que estudian Derecho- de lo contrario a enaltecer la justicia cuando se recurre a las argucias, triquiñuelas y trampas para deshonrarla.

Comentaba con razón un analista radial, la semana anterior, que el jurisperito de marras caminaba sobre el filo de un precipicio, pues con su estrategia de defensa -temeraria y de mala fe- se arriesgaba a ser investigado y a perder su tarjeta profesional.

En ese mismo sentido se refirió la procuradora delegada en la audiencia de apelación: “Porque a sabiendas se alegaron hechos contrarios a la verdad y se obstruyeron las diligencias. No todo se vale en el ejercicio de la abogacía, la cual tiene una función social”.

Que el caso es doloroso, sin duda. Que pocas personas piensan en la tragedia que se vive del lado del victimario y su entorno, muy cierto, pero este país está cansado de repetir, caso tras caso, cómo apellidos honorables buscan, por un lado, evadir la aplicación de justicia, y por el otro, reclamar un trato ‘especial’ como si el castigo estuviera destinado para la ‘gente del común’.

Uno no sale todos los días a embestir al que se le atraviese a su paso, pero utilizar el argumento de que las siete personas se pusieron de acuerdo para embestir la camioneta de Vives es, además de ruin, una burla en la cara de las víctimas y sus familias, y de paso, a la majestad de la justicia.

Produce vergüenza.

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