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Luis Pinilla Pinilla
Jueves 13 de diciembre de 2018 - 12:00 PM

Belisario Betancur Cuartas

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Dios decidió llevarse uno de los más ilustres personajes de la historia nacional: Belisario Betancur Cuartas, el Presidente de la Democracia Participante, calificativo con el que él mismo decidió que lo identificara en la biografía que la ESAP me invitó a escribir y luego publicó. Como en estos momentos son variadas las historias que se escriben sobre su transcurrir como máximo dirigente político, rebusco apartes de historia personal, “El camino de la vida”, de las cuales él directamente me participó, buscando que quedaran escritas en su biografía.

El 4 de febrero de 1923, en la vereda El Morro de la Paila, municipio de Amagá (Antioquia), en el hogar formado por Rosendo Betancur y Ana Otilia Cuartas, nace Belisario. Sobre su nombre dice él mismo: “Cuando tenía cinco años le pregunté a mis abuelos por qué mis padres habían cometido la oprobiosa acción de bautizarme Belisario… Y me dijeron que mi padre sacó el nombre de un libro que contaba las hazañas de un general bizantino, favorito del emperador Justiniano, que venció a los persas, a los vándalos y a los godos”. En la escuela de su vereda Belisario inició sus estudios y luego los continuó becado, en el Seminario de Misiones de Yarumal.

En Yarumal conoció “una colegiala de Medellín, muy bonita, que había de ser mi esposa” y en 1945 Belisario contrae matrimonio con Rosa Álvarez, quien fallece en junio de 1998. En octubre de 2000 Belisario contrae matrimonio con la ceramista venezolana Dalita Navarro. Como “radiografía” de su vida familiar, en 2006, conmemorando los 20 años del fin de su mandato, hacen una reunión de amigos y antiguos colaboradores, allí Belisario resalta “la gratitud de mi esposa Dalita; de mis hijos Beatriz, Diego y su esposa, María Emma y María Clara;… Y evocando la memoria de compañía, de amor y solidaridad de mi esposa Rosa Helena…”.

En alguna conversación Belisario me contaba como ahora su querencia, la de sus hijas, Beatriz y María Clara; la de Dalita, estaban en el pueblo “más lindo de Colombia”, Barichara, colmando de reflexión y poesía el final.

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