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Luis Pinilla Pinilla
Miércoles 14 de abril de 2021 - 12:00 PM

Sobre una esperanza

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Ante la pandemia que padecemos y nadie sabe por cuanto más tiempo seguiremos padeciendo, y a modo de prolongación de mi artículo anterior, donde concluyo invocando al Señor Jesús Resucitado: “Paz, tranquilidad, prosperidad, sosiego”, me conecto con expresiones de mi Sonia, poéticamente y vivencialmente experta en la construcción de la esperanza. En dirección a los niños “canta” Sonia: A ti pequeño gran héroe, a ti que no llegaste bajo pautas establecidas, a ti quiero dirigir mi canto, pendido de éste relato.

Eres polvo de estrella y estrella en medio de las arenas del desierto. Porque la vida, que es hermosa, se transforma en aridez, cuando el manantial del amor no la recorre y deja un espacio vacío, y como los vacíos tienden a llenarse, si no estamos abiertos se llenan de egoísmo, de absurdo, de dolor.

Muchas veces te habrás preguntado, indagando respuestas, pero, ¿sabes? Nunca podrás entender a los adultos. Así somos los seres humanos, misteriosos, incomprensibles. A veces tenemos el cielo y lo dejamos pasar entre los dedos, por correr en busca de una ilusión.

No sé quién eres, solo sé que eres parte del cosmos, de ese que el buen Dios nos entregó como un vientre generador de vida y amor. No eres distinto. Todos: los que crecimos bajo el calor del vientre que originó nuestro cuerpo, como los que llevan la huella de una entraña más profunda que engendró en el amor de un sueño, todos continuamos indagando nuestro origen. Solo somos estrellas fugaces atravesando un camino hacia el infinito.

No mires atrás, puedes convertirte en estatua de sal. Mira el presente! Cuando acumulamos presentes, nos enrumbamos hacia el futuro que Dios nos brinda. Mira el día el momento, el instante, seguramente en el encontrarás madres con temor; temor ante la llegada de seres que como tú, llegaron por otro canal, temor de hablar acerca de ello. Todo lo nuevo, lo que rompe la rutina se nos convierte en inmanejable.

Te quiero contar una aventura, tal vez sea parecida, tal vez no a la tuya, pero sin duda tendrá mucha semejanza. Sentada en una silla “tres palitos” de lona rayada, se sumergió en una calurosa modorra. Aquella tierra roja, que aún recordaba, fértil cubierta de una verde e intensa vegetación, se llenaba de vida y alimentaba su entraña asomándose al gran Río de la Magdalena. Veía toda clase de bichos, aves y reptiles que prolongaban la cadena de la vida y evoca el amor que la llevó como en tus cuentos, a encontrar un príncipe azul. Se casó hace muchos, muchos años. Proyectó un hogar lleno de niños; pronto comprendió que los niños no llegan siempre cuando son esperados, no se encuentran entre los repollos, ni vienen de París. Solo cuando un destello de luz se desprende de Dios, llega un pequeño. Y algunas veces atraviesa el universo y hasta el vientre biológico para llegar el sitio donde el rayo de luz tiene su destino.

luispinillapinilla@hotmail.com

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