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Luis Pinilla Pinilla
Miércoles 30 de diciembre de 2020 - 12:00 PM

Superemos el pavor, el temor

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Ante el pavor esparcido el fin de semana con el partido de fútbol América – Santafé y con la “llegada” de los fines de año de diversos grados de recuerdo, vino a mi memoria que, cuando era joven, fui “hincha” del Atlético Bucaramanga, recordando cuando iba al estadio Alfonso López Pumarejo a ver jugar al Atlético, haciéndole “barra” a mi equipo. También recordé cuando, siendo Alcalde de Barrancabermeja, participé en la promoción para la construcción del estadio Daniel Villa Zapata y posteriormente, sin dejar de ser “hincha” del Bucaramanga, le he hecho “barra” al Alianza Petrolera. Ojalá y Dios quiera que, en el transcurso del tiempo, alguno de los dos equipos aporten alguna satisfacción a sus “hinchas”.

Ahora bien, lo sucedido con el partido final del fútbol profesional colombiano 2020, fue de un pavor aterrador. Primero las terribles expresiones, manifestaciones con la llegada de Cali a Bogotá de los “hinchas” del América, contraviniendo lo dispuesto por la Alcaldía de prohibir las manifestaciones, las aglomeraciones, para prevenir el esparcimiento del Covid-19; contravenciones que se dieron el sábado y se repitieron el domingo.

Y lo que establecen las estadísticas es que, ante la pandemia, en Colombia, las celebraciones sin bioseguridad han colmado la ocupación de las camas UCI y han cobrado la vida de más de 42.000 colombianos.

Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, sin autorizar el ingreso al estadio, como, con buen criterio, está establecido en diversas partes del mundo, las autoridades a quienes les correspondía, aumentando la confusión, dispusieron que el partido fuera jugado a las 6:00 p.m. pero solo fuera transmitido por televisión a las 8:00 p.m. ¿por qué, para qué?...

En lo positivo y en tema bien distinto, hace unos días falleció Armando Manzanero, cantante mexicano quien en una de sus canciones dirigida a su esposa pero extensivo a toda la humanidad, expresando como en buena parte dependemos de los demás, entona: “contigo aprendí a ver la luz al otro lado de la luna”.

Y como en la vida, en la historia de la humanidad, hay situaciones buenas, regulares, malas, concluyo con palabras de la Homilía del Papa Francisco, del 28 de diciembre: “... tu vida es la empresa más grande del mundo. Solo tú puedes evitar que se vaya cuesta abajo.... La vida vale la pena vivirla a pesar de todos los desafíos, malentendidos, períodos de crisis. Ser feliz no es un destino, sino un logro de quien logra viajar dentro de sí mismo. Ser feliz es dejar de sentirse víctima de los problemas y convertirse en el autor de la propia historia, atraviesas desiertos fuera de ti, pero logras encontrar un oasis en el fondo de vuestra alma. Ser feliz es dar gracias por cada mañana, por el milagro de la vida.”

luispinillapinilla@hotmail.com

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