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Luis Pinilla Pinilla
Miércoles 23 de diciembre de 2020 - 12:00 PM

Toda obra humana es misteriosa

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“Toda poesía es misteriosa; nadie sabe del todo lo que le ha sido dado escribir. La triste mitología de nuestro tiempo habla de la subconsciencia o, lo que es aún menos hermoso, de lo subconsciente; los griegos invocaron la musa, los hebreos el Espíritu Santo; el sentido es el mismo.” (BORGES). Podemos decir que toda creación es misteriosa, que toda obra plástica es misteriosa, que viene no sabemos cómo ni de donde, no basta el oficio para poder hacer Arte, el oficio es la herramienta, en la realización que permite hacer visible una realidad nueva, marcada por la reflexión, pero conducida por esa intuición de realidades más allá de lo cotidiano que ordinariamente se ve, para mirar más profundamente y dejarse interpelar por esa realidad que nos rodea.

La vida es incierta pero aun así es bella, en estos momentos de pandemia de salud, violencia, corrupción, en los que lo que sucede o sucederá nadie, ni los más científicos lo saben. Hemos perdido muchas vidas, hay orfandad y pobreza, pero también podemos ver la generosidad humana buscando caminos de solución.

Nos ha hecho tomar conciencia de la belleza de la naturaleza en medio de la hecatombe que vemos levantarse. Miremos la pobreza, la soledad y la destrucción convertida en vida, unas tablas en cama para seres humanos buscando descansar.

Caricias prohibidas por el contagio, anheladas para la comunicación de los seres sin interés diferente del afecto. Nos ha hecho tomar conciencia de la belleza de la naturaleza en medio de la hecatombe que vemos levantarse.

Como la pandemia es tal que todo lo trastorna, hasta mi capacidad de redacción, de lo cual presento excusas, sin temor a ser repetitivo de artículos anteriores, yendo a la pandemia de las violencias, acudo a mi libro de 2009, “Violentos somos” donde acudo al perdón, que es bien distinto del olvido, las víctimas nunca podremos olvidar que nos asesinaron un ser querido, ni una comunidad podrá olvidar que se cometió un genocidio; pero sí podemos perdonar con un perdón que va más allá de indultos y amnistías, con el perdón que sale del corazón, que no tiene condiciones pero sí merece el arrepentimiento en reciprocidad; elementos estos dos que conducen hacia la reconciliación, requisito para construir la paz. Sin perdón y arrepentimiento, como personas, nunca podremos vivir en paz y como sociedad, solo seguiremos la secuencia interminable de violencias que hemos padecido desde siempre.

Y concluyo con palabras de Eugenio Arellano: “Si la moral del mundo va para atrás / ¿qué se hicieron los hombres que hacían el bien? / siempre la misma cosa no habrá poder, / para que la justicia traiga la paz. / Hay que sacar el diablo no hay más que hacer.” Sacarlo para recuperar la salud y en cambio exterminar la violencia, la corrupción. Y en lo personal, que pueda recuperar la coherencia.

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