domingo 25 de septiembre de 2022 - 12:00 AM

Marc Eichmann

Basta ya

El problema del desfalco no es un tema de izquierda ni de derecha sino de organizaciones delictivas con disfraz de oveja que desfalcan el común de la población
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Columna de
Marc Eichmann

Escándalos como los de Emcali, en el cual se compraron elementos no vitales para la empresa de servicios públicos a precios escandalosos, desnudan las deficiencias de los organismos de control como la procuraduría, las personerías, pero sobre todo las contralorías generales de la nación y regionales.

En principio, desde un punto de vista técnico, no debería ser demasiado complicado ejercer un control eficiente de los dineros públicos. Con un poco de inteligencia se pueden identificar de antemano los procesos riesgosos a prácticas corruptas, por la manera como se configuraron. Si hay proponentes únicos, si los componentes o servicios que se compran no son vitales, si los prerrequisitos financieros o legales son demasiado estrictos e impiden la libre participación de proponentes, lo más probable es que los procesos sean sesgados.

El problema surge más por el riesgo político. Cuando se observa que los legisladores electos por el partido conservador se hacen partido de gobierno, poniendo la conveniencia económica por encima de su postura ideológica, ¿qué se puede esperar de los organismos de control cuya mayoría de exponentes provienen de los partidos políticos? ¿Qué se puede esperar del control de los procesos de contratación en los cuales quiénes los vigilan no tienen ninguna responsabilidad ni están expuestos a sanción alguna si no destapan los tumbes?

La verdad es que aquellos que no somos parte de este entramado y que pagamos los impuestos que se vuelven botín de estos señores, además de indignarnos, poco hacemos al respecto. Se nos volvió costumbre, casi que un comportamiento aceptado de aquellos que manejan dineros públicos, que parte se desvíen los dineros públicos y más todavía que no haya nada que hacer al respecto.

El problema del desfalco no es un tema de izquierda ni de derecha sino de organizaciones delictivas con disfraz de oveja que desfalcan el común de la población. Así como estas prácticas en el pasado fueron parte del trabajar y trabajar y del unidos por la paz, en los pocos días de gobierno que llevamos todo indica que también serán parte del vivir sabroso.

Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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