Unos colombianos con menos derechos y más obligaciones harían de Colombia un país más justo
En Colombia la mayoría somos niños consentidos. Vivimos en una casa llena de derechos, definidos por la constitución del 91, en la cual el estado garantista poco exige y mucho ofrece. Tenemos derecho a la libertad de expresión, pero no la responsabilidad de utilizarla apropiadamente. Tenemos derecho a manifestarnos, pero no respetamos el límite que implica respetar los derechos de nuestros compatriotas, tenemos el derecho a la justicia, pero abusamos de ella.
A medida que los derechos que tenemos se amplían con el marco legal, es más complicado para el Estado cumplir con cada uno de ellos individualmente. El colombiano tiene derecho a que el Estado le proteja la vida, le de la salud, le suministre el mínimo vital, le de educación, le extienda subsidios. Sin embargo lo que hay que entender es que tantos derechos son difíciles de garantizar si no existen obligaciones.
Dentro de las obligaciones inexistentes entre los colombianos están la de pagar impuestos, la de proteger lo público, la de votar responsablemente y, no a cambio de un tamal y una Colombiana, y, finalmente, la de respetar los límites que las libertades del prójimo le imponen a la libertad personal.
Sin embargo, a pesar del exceso de garantías que en el papel provee el Estado, los colombianos sienten que no tienen suficientes derechos. En una encuesta desarrollada por el Dane, los colombianos consideran que sus derechos de acceso a la salud, a la libre expresión y la educación solo tienen una calificación de entre 3 y 4 sobre 10.
Otro problema que surge con el exceso de derechos es que como termina siendo imposible cumplirle a todo el mundo, solo los más vivos, los que se vuelven expertos en vivir del Estado, son los que aprovechan esos beneficios. Como ejemplo estén los gremios organizados de la educación, los congresistas, los trabajadores formales de trabajadores de empresas oficiales, entre otros, que tienen un régimen pensional diferenciado.
Unos colombianos con menos derechos y más obligaciones harían de Colombia un país más justo.