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Fiscal Barbosa, resultados
En los colegios algunos alumnos, en su afán de ser exitosos, evitaban aspirar a la titularidad de los equipos de fútbol y baloncesto por ser retos demasiado difíciles. Siendo que estos deportes dan mayor reconocimiento y popularidad, muchos de ellos escogían la esgrima o el balonmano para lograr su cometido sin exponerse a la difícil tarea de competir con los más hábiles.
Pareciera que ese fenómeno escolar se repitiera hoy en la fiscalía. Independientemente de las altisonantes declaraciones con respecto a la paz total del presidente Petro, la fiscalía colombiana no ha dado resultados en los casos más importantes del país y parece, como lo expresa Shakira, bruta, ciega, sordomuda, torpe, traste y testaruda cuando se trata de abordar los grandes hechos de corrupción.
Los casos que los que más resalta su inacción tienen a los alcaldes de protagonistas. Si bien en Bogotá Claudia López sale bien librada comparada con los alcaldes de otras ciudades, los escándalos de corrupción denunciados por los medios y aquellos que los medios no han sido capaces de descubrir – es función de la Fiscalía-, no tienen por parte del ente acusador una gestión decidida y apropiada.
Casos como el del Alcalde de Medellín, que no ha justificado su enriquecimiento desmedido en su declaración de renta y se ha visto embebido en múltiples escándalos de contratación como en Telemedellín y el programa de alimentación escolar, no han tenido ni resultados ni eco en la entidad.
En Cali, los múltiples escándalos de la administración Ospina como el de Emcali, denunciados ampliamente en los medios, tampoco han sido objeto de resultados de la Fiscalía. Lo mismo sucede con el gobernador destituido del Magdalena y muchos otros funcionarios a lo ancho del país.
En cuanto al presidente de la República, pareciera que el fiscal es mucho bla, bla, blá, y poco de paletas. Los casos de corrupción de su hijo, su hermano y su cuñado, nunca vistos antes en tal proporción y alcance, no han dado para una sola acción del ente acusador.
Volviendo al ejemplo del colegio, el fiscal y su administración se han encargado de cascarle a los chiquitos, a aquellos que no dan pelea. Sin embargo, cuando se trata de enfrentarse a los poderosos que se metieron al equipo de fútbol, evita que la confrontación pase a más que un par de alegatos en los corredores. Es hora de enfrentar el tema, señor fiscal.