Nuestros deportistas merecen un aplauso cerrado por su presentación en los Juegos Nacionales y todos los torneos a los que asisten, porque logran vencer a sus rivales en las pistas de competición, y también la irresponsabilidad e incompetencia de nuestra dirigencia.
Después de un año y cuatro meses de gobierno la estrategia queda clara. Es obvio que no se trata de una estrategia país, ni una estrategia para fomentar el bienestar de los colombianos. Tampoco es una estrategia para desarrollar la economía. Es una estrategia para quedarse en el poder, ojalá, decimos los opositores, por medios constitucionales.
El primer pilar de la estrategia es controlar la mayor cantidad de plata posible desde el gobierno. Suba impuestos por todo lado, no importa si es por reforma o por decreto. Suba impuestos a la canasta familiar con la disculpa de que ciertos de ellos son maléficos para la salud, suba impuestos a los combustibles con la disculpa de que están subsidiados, suba impuestos a la tierra por medio de subir los topes a los prediales que se pueden cobrar. Y por último trate de subir impuestos a los impuestos, como los de las regalías, que afortunadamente tumbó la corte constitucional. Una vez controlados los fondos, el gobierno los utiliza en gasto público para garantizar que controla a los segmentos de la población que les hagan oposición.
El segundo pilar es más miedoso, tiene que ver con tener ventaja en el reino de la violencia: arme y defienda estructuras militares como la guardia campesina e indígena, debilite las fuerzas armadas y fortalezca a los violentos que están por fuera de la ley. Así se debilitan las instituciones, la aplicación de las leyes se deja al albedrío de los actores violentos y no de la justicia. Armar un contingente armado es peligroso para la sociedad.
El tercer pilar tiene que ver con ganar la guerra de la opinión: no hay límites al respecto. Desprestigiar a los opositores y posicionar versiones alejadas de la realidad es un comportamiento sin recato. Acaba con la imagen de la demás candidatos como estrategia electoral y posicionar realidades alternas es el día a día apoyado en una red de influenciadores pagos al servicio del partido de gobierno y no de los colombianos.
El problema de fondo es que esas estrategias pueden funcionar temporalmente, pero es más fuerte la reacción y la sensatez del pueblo que se da cuenta. Así, a menos de que cambie de estrategia, todos los esfuerzos del partido de gobierno terminarán en el desprestigio.