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Mauricio Cabrera Galvis
Sábado 21 de diciembre de 2019 - 12:00 PM

Por qué Trump no será destituido

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Para el observador extranjero, el proceso de destitución del presidente Trump es contradictorio. Todos los testigos que declararon en el proceso confirmaron que Trump abusó de los poderes de la presidencia para obtener la ayuda de Ucrania para favorecer su campaña a la reelección y que luego trató por todos los medios de obstruir la investigación sobre estos hechos. Son dos delitos graves que ameritan la destitución de un presidente, pues puso sus intereses personales por encima de su país; sin embargo todos los pronósticos apuntan a que Trump se mantendrá en el cargo y hasta puede ser reelegido ¿Por qué?

La causa próxima es muy clara. El partido republicano (PR) está férreamente unido para defender a Trump: en el proceso en la Cámara todos los representantes conservadores votaron en contra de la acusación al presidente y se espera que en el Senado, donde tienen la mayoría, se repita el voto a favor de Trump, con lo que se garantiza su absolución.

Entonces hay que reformular la pregunta: ¿Por qué todos los miembros de un partido político cierran los ojos, desconocen los hechos evidentes y apoyan a un presidente que actúa en contra de los principios y valores de ese partido? ¿Por qué después de las durísimas críticas a Trump por los precandidatos republicanos como Ted Cruz o Marco Rubio en la campaña de 2016, todos acabaron apoyándolo?

Para el Nobel de economía, Paul Krugman, la respuesta es que “el Partido Republicano es actualmente un partido profundamente corrupto” y que este proceso “es una prueba de hasta qué extremo el PR está dispuesto a degradarse”. Por dos razones. Primera, por sus intereses personales, pues los congresistas de ese partido temen ser derrotados en las próximas elecciones si no demuestran que apoyan a Trump a toda costa.

La segunda razón es económica. A pesar de que las actuaciones de Trump vayan en contra de valores tradicionales del PR (como defensa de la familia, oposición a los rusos, etc.), si les ha cumplido en su objetivo fundamental de bajar los impuestos a los más ricos. Esto no solo les permite a los congresistas del PR continuar recibiendo grandes donaciones de los multimillonarios, sino que les garantiza empleo en sus empresas al salir de los cargos públicos.

La conclusión de Krugman es preocupante para el futuro de la democracia: “el PR actual está totalmente dispuesto a vender lo que representan los EE.UU. si ese es el precio de conseguir recortes de impuestos para los ricos”. Y añade: “El gran interrogante es si el Estados Unidos que conocemos podrá aguantar mucho cuando uno de sus dos principales partidos ha rechazado de hecho los principios sobre los que se construyó la nación.”

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