Actuar con mesura no significa, necesariamente, que el ritmo sea lento o que el tiempo empiece a malgastarse, por el contrario, es avanzar a paso seguro pero corrigiendo los errores que hasta hoy se han cometido.
En mediciones, sondeos, encuestas y demás, no les ha ido nada bien al gobernador de Santander, Nerthink Mauricio Aguilar, y al alcalde de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas. En todos los escenarios su gestión resulta desaprobada por opinadores y ciudadanos.
En último panel de opinión de la firma “Cifras y Conceptos”, sus resultados son deplorables, bastante flojos. Se rajaron en el tema de seguridad, un aspecto extremadamente sensible para toda la ciudadanía. Y sobre su gestión en el último año de gobierno también salen mal calificados, a tal punto que Aguilar se ubica en la última posición de los mandatarios evaluados. En la escala de 1 a 100, donde 1 es lo más bajo y 100 lo más alto, ninguno de ellos supera los 40 puntos. ¡Mal!
Puede que para algunos estas mediciones pasen desapercibidas, pero lo cierto es que en casi todas las que se han realizado últimamente por firmas encuestadoras del país, el índice de desaprobación de ambos gobernantes es bastante alto, lo cual deja ver el descontento de los ciudadanos y la falta de confianza frente a sus gestiones. La gente ya no les cree, los califica mal, los rechaza y en general desaprueba su ejercicio público.
Las elecciones regionales que se avecinan pueden terminar convertidas en el último termómetro para medir la aceptación o no de esos mandatarios, dependiendo del apoyo de la gente hacia sus candidatos de preferencia. Aseguran que el gobernador está con Héctor Mantilla y que el alcalde apoya a Fabián Oviedo, así nieguen a los cuatro vientos que no están participando en política. Del resultado que obtengan esos candidatos en las urnas podrá medirse en última instancia la aprobación o desaprobación de Aguilar y Cárdenas, bastante cuestionados en su último año de gobernanza.
Aunque los cuestionamientos son distintos: los de Aguilar llegan por escándalos de corrupción en su administración, más claramente por las componendas que salieron a luz pública para tomarse el poder en la corporación ambiental y por los torcidos que se descubrieron en la Secretaría de Cultura, en desmedro de humildes artistas. Mientras que los cuestionamientos de Cárdenas aparecen por cuenta de su desconexión con la ciudad, contratos fallidos y obras demoradas.
La próxima contienda electoral será el medidor final, pero por ahora los resultados no están a favor de ninguno, peor el gobernador que el alcalde, pero ambos rajados. ¡Desaprobados!