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Miguel Angel Pedraza
Sábado 05 de septiembre de 2020 - 12:00 PM

El acueducto siniestro

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Hace exactamente dos años se dijo en esta columna que Tavera terminaba su mandato y seguramente el municipio de Barichara no tendría acueducto. Y en efecto así fue, culminó esa administración y el proyecto de construcción del acueducto siguió en líos, a tal punto que hoy lo denominan como un “siniestro jurídico”.

El contrato se firmó en el año 2011 bajo la gobernación de Horacio Serpa, por un valor de $9.500 millones, con la “Unión Temporal Agua para Barichara”; pasaron luego los cuatro años de Richard Aguilar, y nada; y luego los cuatro de Tavera, y tampoco nada. Y ahora en la administración de Mauricio Aguilar, resulta que el proyecto ni siquiera está dentro del “Plan Agua Viva”, que es el plan que se ocupará del agua y el saneamiento básico para el departamento.

Toda clase de problemas e inconvenientes ha tenido este proyecto: dicen que no tiene viabilidad técnica, jurídica y financiera; también que le faltó concertación con las comunidades de municipios vecinos; cualquier alternativa de solución como fuente de abastecimiento fue rechazada; y obvio, los enredos y embrollos jurídicos a cargo de la empresa de servicios públicos Esant y el contratista de la obra. Como dicen por ahí, todo parece indicar que “a la Esant le quedó grande ese proyecto”.

Sobrevive la buena noticia de que la plata no se ha perdido, pues a pesar de haber desembolsado un anticipo cuantioso, buena parte de ese dinero está en la fiducia. Necesariamente toca liquidar el contrato para poder liberar la totalidad de los recursos, y de seguro que no va a alcanzar para hacer el acueducto. Según los expertos que habrá que sumarle otros $10.000 millones.

Pero más allá de ello, lo verdaderamente lamentable y penoso de todo este asunto es la desidia oficial, la incapacidad de los mandatarios y funcionarios para sacar adelante un proyecto público, y lo peor, dejarlo sometido a la suerte de procesos judiciales y administrativos hasta hacerlo desaparecer de las prioridades del gobierno. ¿No les dará pena?

Y lamentable, también, es ese lenguaje hipócrita que manejan no solo los gobernantes sino algunos dirigentes: se les llena la boca hablando de Barichara como eje turístico, como el destino promisorio de la “industria sin chimeneas”, y resulta que Barichara no tiene acueducto. ¡Patético!

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