Con mucha más pena que gloria el Alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda, abandonó el gobierno del presidente Gustavo Petro, dejando en el momento de su partida una gran cantidad de problemas.
El miércoles pasado vimos al excandidato presidencial Rodolfo Hernández Suárez, posesionarse como senador en el Congreso de la República, producto del derecho que se le otorga a quien en segunda vuelta pierde la elección a la presidencia. De traje, encorbatado y algo afanado, el hombre decidió emprender una nueva ruta política.
Poco tiempo bastó para que Rodolfo se diera cuenta dentro del recinto en la “vacaloca” en que se metió, calificando ese escenario como peor que una “corraleja”, después de las arengas de la oposición en contra del discurso del presidente Duque. Discurso que, por demás, Hernández también encontró exótico, argumentando que el presidente parecía estar viviendo en Suiza o Dinamarca, pero no en Colombia. ¡Y razón tiene!
Pero el tema no es ese. El tema es la agenda que Rodolfo manejará en el Congreso, la razón de su presencia en el Senado, y si debemos esperar de él un parlamentario activo pero sin bancada, denunciando la corrupción “a diestra y siniestra” y ejerciendo control político sobre las ejecutorias del nuevo gobierno. O si por el contrario, como dicen otros, tan solo se posesionó para convalidar su solicitud de reconocimiento de la “Liga de Gobernantes Anticorrupción” como partido político.
O si también, como algunos opinan, se fue para el Congreso con el fin de sacarle el cuerpo a su proceso penal por el escándalo de “Vitalogic”, pasando de un juzgado en Bucaramanga a la Sala de juzgamiento de la Corte Suprema de Justicia por su aforo constitucional. Cuestión esta última no tan clara, pues sea lo que sea su proceso penal continúa y la Corte Suprema está llamada a seguir el trámite del procedimiento con la atención que merecen esos asuntos judiciales por entramados de corrupción. ¡Nada fácil!
Ahora cuando pretende que la “Liga” se convierta en partido político, ahora más que nunca es que se necesita saber el contenido de la agenda de quien fuera el “fenómeno político” en las últimas elecciones. ¿Será un espectador más en el Capitolio? ¿Hará oposición? ¿Qué es eso de la “oposición reflexiva? ¿Le dará en la jeta a algún congresista vecino y renunciará?
Esos interrogantes están ahí, flotando, nadie sabe para dónde va el hombre, a menos que en algunos meses resulte diciendo que quiere ser candidato a la Gobernación de Santander. ¡La agenda, Rodolfo, su verdadera agenda política!