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Miguel Angel Pedraza
Sábado 29 de agosto de 2020 - 12:00 PM

Viviendo de luto

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Desde el año 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 30 de agosto como el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, un problema latente en el mundo y especialmente en Colombia en medio del conflicto armado interno, la incursión paramilitar y la multiplicidad de grupos de delincuencia organizada. Un crimen que pervive a pesar de la firma del Acuerdo de Paz.

Este día sirve para decirles a las víctimas que no están solas, que la sociedad las reconoce y que le exige al Estado su protección, combatiendo este flagelo que trasciende incluso las peores violaciones de derechos humanos. Algunos de los que estaban desaparecidos aparecieron muertos, y otros, siguen con su existencia en la penumbra entre el dolor de unas madres vestidas de luto desde aquel día.

Es el caso de las Madres de los Falsos Positivos de Soacha y Bogotá (Mafapo), que desde el año 2008 reclaman por las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones de sus hijos, quienes salieron de sus regiones con expectativas laborales y cuyos cuerpos, cinco de ellos, fueron encontrados sin vida en el municipio de Ocaña, mientras catorce restantes siguen desaparecidos. ¡Horror!

Son 19 casos que arrastran el dolor de madres y familias, y el repudio de sus comunidades. Esas víctimas, en su mayoría jóvenes, fueron reportadas como “guerrilleros muertos en combate”, sin serlo, comprobándose luego que sus crímenes sirvieron para que militares involucrados reclamaran ascensos, medallas y recompensas. Épocas de ingrata recordación que no pueden jamás repetirse en Colombia.

Un personaje siniestro de nombre Alexander Carretero, preso hoy en la cárcel de Cúcuta, sirvió como reclutador de los jóvenes; y varios militares encabezados por el coronel retirado Gabriel de Jesús Rincón, ya condenado, responden ante la justicia por tan repudiables crímenes.

Mientras tanto, Jacqueline Castillo, Idalí Garcera y Beatríz Méndez, entre otras, madres y familiares de esos “falsos positivos”, lloran a diario por sus hijos, reclaman justicia y se resisten a la impunidad. ¡Quieren algún día saber la verdad para que el país no vuelva a vivir el terror de esa violencia. ¡La verdad es su consigna!

Aparte: el premio de periodismo “Silvia Galvis” que recibí esta semana por mis opiniones es de todos mis lectores y también de mis críticos. ¡Muchas gracias a ustedes!

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