“Cargamos con el dolor desgarrador de más de 50 muchachos y muchachas asesinados. Pedimos que no maten más...” Al angustioso llamado de la Comisión de la verdad, nos unimos todos los que sentimos en la piel el sacrificio de los jóvenes asesinados, de los cientos de torturados, mujeres violadas, desaparecidos y los heridos a bala. Una masacre de la cual es responsable el gobierno, frente a la incapacidad de escuchar, de oír el clamor de una juventud a la que le han robado la esperanza y los sueños.
Hoy se toman las calles y se hacen sentir. La música, los colores y las consignas resuenan por todos los rincones de éste país, un país maravilloso al que la clase dirigente lo ha sumido en la pobreza y la miseria. Imponen un modelo económico que solo ha beneficiado a una minoría y a un sector financiero depredador. Un modelo que permitió la entrega de los recursos naturales a las multinacionales mineras, la destrucción de la industria nacional y el arrinconamiento del sector agrícola, especialmente los campesinos que frente a los intereses de terratenientes son desalojados de sus tierras.
En los últimos 20 años, el conflicto se agudiza cuando la tenaza paramilitar - narcotraficante se toma la política, imponiendo un gobierno mafioso que ha contribuido a profundizar la corrupción y la violencia. Hoy vivimos una democracia de papel y una dictadura real.
Frente a éstas circunstancias, la juventud lidera un paro que tiene en jaque al gobierno, que no ha podido a punta de bala y represión someter el movimiento. La juventud hoy, con conocimiento de la realidad y dispuesta al sacrificio, teje una red que conecta a ese país joven, que siente que es su única oportunidad para reclamar sus derechos. Hoy es necesario el diálogo, la concertación para terminar esta masacre, y comenzar a mitigar el hambre y la miseria y generar oportunidades para la juventud. Ya, la sociedad ha tomado conciencia de lo que ha significado este desgobierno y la juventud se levantó para quedarse de pie.
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