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Oscar Jahir Hernández
Miércoles 16 de enero de 2019 - 12:00 PM

El pobre alcalde Héctor Mantilla

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El día 12 de diciembre de 2018, la organización Colombia Líder le entregó a Héctor Mantilla el premio al mejor gobernante en superar la pobreza. Lo que no sabíamos para ese momento, es que el joven alcalde ya había logrado superar la propia. En un municipio tan lleno de necesidades y problemas sociales como lo es Floridablanca, donde el mandatario se ríe y baila sobre los 1.350 millones de pesos que se le pagaron a un artista, pudiendo haber gestionado la compra de 43.478 mercados que le aliviaran la navidad a las familias más pobres, no deja de ser irónico que este mismo, quien recibe un trato de reyezuelo al interior de Bancolombia, se ufane de haber logrado un premio en honor de los más desfavorecidos. Esta entidad bancaria tiene un servicio exclusivo que disfrutan aproximadamente 350 personas en la región denominado Banca Colombia, diseñado para profesionales independientes, empleados o rentistas de capital, los cuales deben tener un ingreso superior a 18 millones de pesos, manejar mínimo cuatro productos con la banca y tener un exceso de liquidez superior a 200 millones de pesos, lo cual les da derecho a tasas preferenciales y un trato personalizado en una oficina del edificio Metropolitan Bussines, en la cual no se admiten por ningún motivo mensajeros ni terceros. Es allí donde con exclusividad atienden a un muchacho de 24 años que nunca ha ejercido su profesión, que no cuenta con un salario superior al requerido y que según la cámara de comercio no es rentista de capital, lo cual es un motivo más que suficiente para que la DIAN revise su extraño comportamiento financiero, siendo esto un tema de interés general dada su condición de servidor público. El joven Mantilla debe entender, así sea en su último año de gobierno, que una alcaldía no puede ser un trampolín para la riqueza o el trato preferencial, y mucho menos el fortín de un cartel de contratistas, porque los cargos públicos no le pertenecen a su familia sino a un pueblo que sueña un mejor vivir. Próxima columna: Los extraños negocios de Daniela Mecón Millán

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