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Óscar Rey Vesga
Jueves 23 de junio de 2022 - 12:00 PM

Celular Gratificación inmediata

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Las notificaciones telefónicas incentivan la producción de dopamina, nos pasa a todos, pero en especial está sucediendo en nuestros niños, alejándolos de experiencias de aprendizaje que podrían generarles aún mayores niveles de satisfacción. Cuando le permitimos a nuestros hijos tener su teléfono, hay un flujo interminable de mensajes como aplicaciones sociales que les dicen que han sido etiquetados en fotos o videos, notificaciones de juegos que les informan que han sido desafiados por un amigo o simplemente un saludo esperado en un chat. Algunos pueden controlar su uso, pero el avance de estos dispositivos hace que esto sea cada vez más difícil. Ya que la atención es un recurso limitado, ya se advierte como una batalla perdida para los niños y sus cerebros.

El colegio de mis hijos decidió prohibir el uso del celular. Aplaudo la decisión, aunque ellos se quejarán de esta restricción, incluso algunos padres también lo harán. La realidad es que el rápido aumento de las redes sociales y la tecnología que se aprovecha de la atención de los estudiantes es perjudicial para el aprendizaje. ¿Existen herramientas y aplicaciones que podríamos usar para el aprendizaje? Sí, por supuesto. Pero estas herramientas y aplicaciones no están en capacidad de competir con TikTok, Snapchat u otros juegos que causan distracción y hasta adicción. Sus teléfonos trabajan activa e intencionalmente en contra de los objetivos de aprendizaje.

Tenemos que enseñar a nuestros hijos que no todo es “gratificación inmediata”. Estar sin teléfono es verdaderamente “liberador”, no estar pendiente de un chat o mensaje de red social o inclusive tener que mirar la hora. Los académicos hemos dicho insaciablemente que el bienestar de los estudiantes es hoy lo más importante de su proceso educativo, es hora de que como padres también hagamos nuestra tarea. Si la necesidad de teléfono para nuestros hijos es realmente nuestra, hemos fallado.

Como todo papa, no puedo estar más orgulloso de mis hijos, pero siento tristeza al ver que mi hija adolescente puede pasar horas en SnapChat dejando de practicar tenis, cocinar o pintar donde veo tanto talento.

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