Permanentemente la sociedad reclama de los políticos y funcionarios el mejor comportamiento, el más comprometido, el más...
¡No nos quejemos, la culpa es nuestra!
Observo con tristeza a nuestros hijos acostados en sus camas, absortos en sus teléfonos móviles, desplazándose sin cesar por las interminables imágenes de Instagram, los fascinantes, pero tontos, videos de TikTok o tratando de emular a YouTubers españoles o mexicanos viajando por el mundo. Pasan horas y horas consumiendo contenido, salvo para cumplir sus tareas, a veces, sin medir el impacto que esto puede tener en su salud mental y bienestar.
Ya se ha discutido ampliamente cómo lo que se muestra en las redes sociales dista mucho de nuestras realidades. La belleza, la riqueza y los trabajos soñados no son la norma. Un informe reciente del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Estados Unidos revela que cerca del 60% de los adolescentes se sienten continuamente tristes y desesperanzados, con un 30% que ha considerado seriamente intentar suicidarse. Esto es alarmante, aunque las cifras no sean específicas de Colombia. RedPapaz, Save the Children y el ICBF, entre otros, también han presentado cifras preocupantes en relación a esta problemática en nuestro país. La noticia es realmente que la semana pasada, el cirujano general de Estados Unidos, algo así como la oficina de promoción y prevención en salud, destaca, basados en estudios del año pasado, que las plataformas digitales están diseñadas para seducir jóvenes al consumo ilimitado, lo que puede afectar negativamente su desarrollo cerebral y hasta el equilibrio físico, provocar desórdenes alimenticios, complejos sociales y reducir la autoestima, especialmente entre las niñas.
La comunicación abierta y honesta con nuestros hijos es esencial. Estos peligros son reales, abramos espacios para invitarlos a compartir sus preocupaciones y experiencias en línea. Debemos tomar medidas concretas, límites y reglas, sobre el uso de redes sociales. Pero, el problema no es solo de nuestros hijos o ¿Soltamos el celular para ir al baño o cenar? ¿Actuamos como Youtubers o Tiktokers haciendo videos estúpidos? ¿Usamos el celular excusados en el trabajo? ¿Tenemos tiempo offline para nuestros hijos? No podemos exigir actuaciones diferentes sino no damos ejemplo nosotros mismos.