viernes 02 de junio de 2023 - 12:00 AM

¡No nos quejemos, la culpa es nuestra!

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Columna de
Óscar Rey Vesga

Observo con tristeza a nuestros hijos acostados en sus camas, absortos en sus teléfonos móviles, desplazándose sin cesar por las interminables imágenes de Instagram, los fascinantes, pero tontos, videos de TikTok o tratando de emular a YouTubers españoles o mexicanos viajando por el mundo. Pasan horas y horas consumiendo contenido, salvo para cumplir sus tareas, a veces, sin medir el impacto que esto puede tener en su salud mental y bienestar.

Ya se ha discutido ampliamente cómo lo que se muestra en las redes sociales dista mucho de nuestras realidades. La belleza, la riqueza y los trabajos soñados no son la norma. Un informe reciente del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Estados Unidos revela que cerca del 60% de los adolescentes se sienten continuamente tristes y desesperanzados, con un 30% que ha considerado seriamente intentar suicidarse. Esto es alarmante, aunque las cifras no sean específicas de Colombia. RedPapaz, Save the Children y el ICBF, entre otros, también han presentado cifras preocupantes en relación a esta problemática en nuestro país. La noticia es realmente que la semana pasada, el cirujano general de Estados Unidos, algo así como la oficina de promoción y prevención en salud, destaca, basados en estudios del año pasado, que las plataformas digitales están diseñadas para seducir jóvenes al consumo ilimitado, lo que puede afectar negativamente su desarrollo cerebral y hasta el equilibrio físico, provocar desórdenes alimenticios, complejos sociales y reducir la autoestima, especialmente entre las niñas.

La comunicación abierta y honesta con nuestros hijos es esencial. Estos peligros son reales, abramos espacios para invitarlos a compartir sus preocupaciones y experiencias en línea. Debemos tomar medidas concretas, límites y reglas, sobre el uso de redes sociales. Pero, el problema no es solo de nuestros hijos o ¿Soltamos el celular para ir al baño o cenar? ¿Actuamos como Youtubers o Tiktokers haciendo videos estúpidos? ¿Usamos el celular excusados en el trabajo? ¿Tenemos tiempo offline para nuestros hijos? No podemos exigir actuaciones diferentes sino no damos ejemplo nosotros mismos.

Autor
Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí­ se expresen.
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