El titular de este texto no dice nada nuevo, claro que no; es casi pleonástico. Muchas alcaldías pueden alegar que el rock pesado, la norteña y el reguetón también son música, y que también son expresiones culturales; que somos una nación pluricultural y variopinta. Y tienen toda la razón.
Y tienen razón también en que las campañas con las que llegaron los candidatos a las alcaldías estuvieron “matizadas” con norteña y reguetón, y que es “lo que le gusta al pueblo”. Pero en esto último sí se escachan, porque no es cierto; sencillamente, es lo único que le dan, tanto los políticos como los medios de comunicación, comenzando con emisoras cuyo criterio cultural no existe, tipo Olímpica: un desastre para la identidad del pueblo colombiano.
No hay política cultural que forme, defienda, promueva y divulgue elementos culturales que permitan una identidad. Máxime a sabiendas de que somos multiculturales.
Para argumentar, dos casos. El primero: en el Socorro hay, entre otras, dos situaciones que podrían convocar interesantes discusiones; por un lado, el avance de demolición de construcciones de valor histórico para dar paso a edificios de cinco pisos, sin estética ni integración con el entorno, tanto en obras puntuales como, en general, alrededor del centro histórico; por el otro, con el fortalecimiento de la ciudad como centro educativo, proliferan metederos y bebederos, relacionados, claro, con el consumo de alcohol y drogas, pero sin relación alguna con el ambiente académico y cultural.
Y, hablando de Olímpica, el segundo caso es Bucaramanga, cuyo ejemplo de “divulgación cultural” lo muestra la invasión semanal de esta emisora en los parques, que obliga a la población circundante no solo a oír su pésima programación, sino a soportar su grito fastidioso de “se metió”, repulsivo desde hace cinco décadas. ¿Nos toca aguantar el desagrado de oír a Olímpica y enloquecernos con ese desastre sonoro?
Pero la tapa fue la “celebración” del 20 de julio. Cinco horas de estridencias y ruido. ¿Dónde quedan los derechos de quienes todavía tienen educado el oído? ¿Dónde quedó la multiculturalidad? ¿Dónde queda, entonces, el patrimonio cultural de todos, de esta nación variopinta?