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Puno Ardila
Lunes 05 de noviembre de 2018 - 12:00 PM

Estrategias a discreción

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El inolvidable año 82 permitió que Colombia celebrara el nobel de literatura, cuando, entre otros eventos, el partido Liberal perdió ante Belisario por la división convocada por Luis Carlos Galán. En realidad, y muchos galanistas así lo confirman, la idea siempre fue evitar que López volviera a la Presidencia, y la campaña, que incluyó el apoyo heredado de Klim en textos antilopistas de ‘La segunda esperanza’, tenía una postura que podía resumirse en una de las frases impresas en adhesivos: “El que vota por Galán, se galaniza; el que vota por López, se lopiza”.

Tras rasgarse las vestiduras, muchos liberales de pura cepa entendieron que el peor error fue haber permitido el intento de López de regresar. Sin embargo, el discurso tranquilo de Belisario fue aplacando los ánimos y planteando nuevas estrategias para la política y el gobierno. Después vinieron golpes muy fuertes para nuestro país, como la toma del palacio de justicia, irracional de parte y parte, atenuado primero por el fútbol y luego por el desastre de Armero; y los dos hechos fueron relegados para dar paso al reinado de Cartagena.

Después, Belisario nos clavó el IVA (Invento de un Viejito de Amagá), y gravó algunos productos, pero muchos comerciantes aprovecharon el desorden para lucrarse mientras el pueblo colombiano entendía que ese impuesto, que parecía ser el nuevo nombre del “Impoventas”, venía para quedarse, y que partía de 10, pero llegaría a 20, y alcanzaría hasta el papel higiénico: “Yo no creo que para limpiarse el jopo tenga uno que pagar impuesto”, dijo algún incrédulo gobiernista en esos días; y hoy está demostrado que, como lo planteó García Márquez en su obra, la realidad supera la ficción.

En esa época no había facilidad ni participación en los procesos en medios de comunicación, pero el nivel de incapacidad para la lectura sí era muy parecida a la que hoy permite a todos estos sinvergüenzas seguir manipulando con cuentos chimbos, como cartillas de género, “venezolanización” y “castrochavismo”.

La estrategia de hoy es que el Duque “acepta” que el rey se “oponga” a sus sandeces. Y el pueblo les sigue creyendo.

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