Nos hemos preguntado cómo hacer para que el mundo recapacite y vuelva la mirada hacia la educación y la cultura, pero la respuesta no la tienen nuestros gobernantes, tan lejanos a esos dos conceptos.
—El problema no solo tiene que ver con los gobiernos, sino con las sociedades —afirmó el profesor Bernardino—; vean ustedes que Ana Borzone dice en infobae.com que en Estados Unidos «la purga de textos en los programas escolares es alarmante. Ejerciendo un poder inimaginable, las juntas de padres son las que están definiendo el futuro del país. Uno menos justo, según se ha visto». Y la sociedad está respaldada por las instituciones educativas, puesto que «las escuelas permiten a los chicos llegar a la secundaria sin saber leer ni escribir», como concluye Borzone.
—Las instituciones educativas están más pendientes de otras cosas, en vez de educar y formar —agregó el admirable profesor Rafael Alberto Barragán—. Pasan los años y no deja de sorprenderme la obsesión de mis colegas maestros y de las instituciones educativas con el “porte adecuado del uniforme”. Por razones que habría que investigar, continuamos asociando la forma de vestir con la apropiación de valores en los educandos. Cuando un maestro le dice a un alumno que debe preocuparse por tener una “excelente presentación personal”, generalmente le está diciendo, subrepticiamente, “vístete como yo”. Esa creencia de que somos modelos dignos de imitación por parte de nuestros estudiantes es la más perniciosa de las deformaciones de la pedagogía. Las instituciones públicas están llenas de gente muy bien vestida que ha dejado a comunidades enteras sin acueductos, escuelas, vías y puestos de salud. Por eso soy un crítico acérrimo de esas nociones de civismo con las que nos enseñaron a “disfrazar nuestra repugnancia con exquisita urbanidad”, como reza la canción de Joan Manuel Serrat. Como dijo el profesor Alberto Assa, «No habrá desarrollo sin educación, ni progreso sin cultura».
Mensæ tegumentum. Aprovecho nuevamente este espacio para enviar un saludo muy cordial y afectuoso a mis pacientes y valiosos lectores, y que el nuevo año les traiga éxitos, amigos, bienestar y amor, y mucha paz.
