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Qué hacer para que llueva
Cuando creíamos que había cesado el azote invernal, el agua volvió a caer a chorros. Dice el profesor Gregorio Montebell más atinado que el Ideam, que muchas veces nos ha dejado con el 'chingue' puesto
que las nuevas lluvias se deben a que la gente no tuvo en cuenta las condiciones lógicas de la naturaleza para que no vuelva a llover e incurrió en disparates como, por ejemplo, limpiar el carro y que, por encima de cualquier lógica o pronóstico que marque sequía total, no es sino lavar el automóvil ojalá blanco y ya está, se suelta un palo de agua suficiente para encharcar las calles, que puede convertirse en chubasco si es con polichada: es proporcional el costo y el esfuerzo del arreglo del carro a la intensidad del aguacero. Hay otras acciones que hacen aparecer nubes negras como por arte de magia: salir vestido de blanco u organizar una velada al aire libre.
La naturaleza tiene sus caprichos, explica este profesor sapiencial, como la fórmula mágica para que se rieguen el chocolate o la leche, que es dejar de mirar la olleta por tres segundos cuando llaman a la puerta, el niño llora o simplemente cuando se agacha la cocinera a recoger del piso el limpión. O para que suene el teléfono puede meterse al baño, comenzar a almorzar, untarse las manos, salir a la tienda... Y si es celular, la fórmula es más precisa: después de cargarlo como a una lora todo el día, sin que haya sonado, déjelo por un instante lejos de sí, métase a la ducha o reciba otra llamada; es efectivo. Si en todo el día no ha sonado, cuando entra una llamada, enseguida entran una o dos más.
Por supuesto que hay más fórmulas mágicas para que las cosas se den y la lista puede ser infinita; pero no hay que dejar de recordar, por ejemplo, que para que una cola se mueva en un banco hay que pasarse a la otra cola y si un semáforo se demora en cambiar, la acción milagrosa es buscar cualquier cosa en la guantera, o que entre una llamada y estemos sin 'manos libres'.
Hay que ser oportuno y prudente en la aplicación de las fórmulas, dice Montebell; si no, puede generarse una tragedia. Por ejemplo, necesitar un fiador hace que todos los amigos pierdan su capacidad financiera, y citar a una reunión transforma inmediatamente la norma y mágicamente todos quedan con pico y placa.