Luego de tres administraciones, una que lo proyectó, la de Fernando Vargas; una que lo diseñó y contrató, la de Luis Francisco...
A Don Evo...
A Juan Jacobo Rousseau, filósofo y pensador político de ideas radicales, se le atribuye la frase de que “el mejor medio de llegar a la libertad es pasar por la dictadura...”. Cuando se ubicó en París en 1741, se integró al movimiento conocido como Enciclopedismo, determinante de la Revolución Francesa. Advertía que el hombre no es capaz de vencer las fuerzas que se oponen a su conservación, por lo cual debe hacer un contrato con el Estado, enajenando todos sus derechos a favor de la comunidad que a partir de ese momento lo considera como uno de los suyos. El Estado entonces se presenta como encarnación de la verdad y como valor absoluto, que no respeta la libertad natural de los individuos y que lo somete a un poder totalitario. Su filosofía bastante romántica sólo ha conducido a soluciones utópicas y desgraciadas como nos demuestra la historia.
Latinoamérica ha sido un escenario ideal para estas teorías y paraíso para sátrapas y dictadores, aprovechando la falta de cultura política y la miseria de los pueblos. Los ejemplos son múltiples y los resultados catastróficos. Muchas de esas “revoluciones” han sido un total fracaso: la cubana con los tiranos Castro y sus secuaces; la venezolana de Chávez y Maduro, este último encarnizado en hacer morir de hambre a un pueblo que hoy podía ser el Dubai de la región; la nicaragüense con Daniel Ortega y familia, que como los otros, no sólo han generado ruina, sino que se han robado sus países.
Y Don Evo Morales, quien ya recorría el mismo camino. Tuvo que renunciar presionado por la sociedad boliviana, asilarse e impedir las masacres que se han sucedido en las anteriores naciones. Él afirma que nunca se robó nada... Ojalá que se lo crean sus paisanos. Pero después de 14 años en el poder, no es fácil creerle. Escuchen por internet las denuncias que hizo el periodista peruano Jaime Bayly sobre su salida, conducta, y saquen conclusiones. Los ciudadanos miembros de estas sociedades, ansiosos de lograr prosperidad, orden y autoridad, quisiéramos un destino mejor. Como reza el aforismo: “Si pudiese haber dictaduras sin dictador”.