jueves 22 de septiembre de 2022 - 12:00 AM

Rafael Gutierrez Solano

Crecimiento económico e inestabilidad

A propósito de la polémica generada por la Ministra de Minas y Energía Irene Vélez cuando planteó el tema del decrecimiento, vale la pena traer a colación algunas consideraciones sobre el crecimiento. Es de suponer que las políticas trazadas por los anteriores gobiernos con miras a lograr un mayor desarrollo económico aumenten a su vez la capacidad de la sociedad para satisfacer las necesidades sociales, y por lo tanto, buscarían reducir las frustraciones de esta índole y la consiguiente inestabilidad política. También se presume que un rápido crecimiento económico ofrece nuevas oportunidades para los empresarios y los trabajadores, encausando hacia la actividad lucrativa las ambiciones y talentos que de otro modo podrían dedicarse a rumiar actividades desestabilizadoras o subvertir el orden.

Pero también es posible argumentar a la inversa, como lo plantea el profesor Samuel P. Huntington, quien advierte que el propio desarrollo económico en si mismo puede generar desestabilización. Del crecimiento económico rápido se ha dicho que:

1.Desorganiza los grupos sociales tradicionales y aumenta de este modo el número de individuos desclasados quienes se encuentran así en circunstancias conducentes a la protesta revolucionaria.

2. Producen nuevos ricos que se adaptan en forma imperfecta al orden existente, no son asimilados por este y ambicionan un poder político y un status social concordante con su nueva posición económica.

3. Al mismo tiempo que crece el número de personas cuyo nivel de vida está en descenso, eleva los ingresos de algunas personas o grupos económicos en forma absoluta, con lo cual se ensancha más la brecha entre ricos y pobres.

4. Exige una restricción general del consumo con el fin de promover las inversiones y por ende provoca el descontento popular.

5. Aumenta el alfabetismo, la educación y el acceso a los medios de comunicación, lo cual contribuye a elevar las aspiraciones por encima de los niveles que permiten satisfacerlas.

6. Se agravan los conflictos regionales relativos a la distribución de las inversiones y el consumo.

En la medida en que estas reflexiones tienen vigencia, el crecimiento económico eleva el bienestar material a un ritmo determinado y la frustración social a otro mucho más rápido.

Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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