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Rafael Nieto Loaiza
Sábado 09 de octubre de 2021 - 12:00 PM

Levantar la cara, mirar hacia afuera

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Colombia tiene una característica singular y curiosa. Siendo el único país de Suramérica con litorales sobre los dos océanos y con miles de kilómetros de mar territorial, zona contigua y zona económica exclusiva, tiene a cuatro de sus seis ciudades más importantes a centenares de kilómetros de ríos navegables y de sus costas y siempre se ha mirado el ombligo blanco y frío de la capital de la República.

De manera que somos un país andino que no se reconoce en sus costas y al que, en consecuencia, le cuesta una barbaridad mirar hacia afuera. Esa mirada corta se acentuó por cuenta de los muchos problemas internos y el conflicto armado. Han sido tantas y tan graves nuestras dificultades que por años no ha habido ni tiempo ni interés en examinar las oportunidades que nos planteaba el mundo.

Esas realidades son razón, al menos en parte, de la miopía de nuestra política exterior y la debilidad de nuestra Cancillería y de que nuestros empresarios se hayan centrado apenas en el mercado interno. Explican también los motivos por los que importamos mucho y exportamos muy poco y que el grueso de nuestras exportaciones sean de materias primas y poquísimas de valor agregado.

Con sus bondades y sus efectos negativos, la apertura comercial de Gaviria nos obligó a ver el panorama internacional. El desafío se profundizó con los tratados de libre comercio para los cuales no nos preparamos y a los que no se les saca el jugo que deberíamos. Y es verdad que hoy los grandes grupos empresariales colombianos se han transformado en multilatinas.

Los retos están a la mano. Colombia, al mismo tiempo que debe enfrentar sin vacilación sus desafíos internos, tiene que levantar la cara, mirar hacia afuera. La oportunidad que se ha creado por cuenta de las crisis políticas en Chile y Perú, nuestros más directos competidores, quizás no se vuelva a repetir. Hay que aprovechar a fondo los cuatro años que se vienen, traer esa inversión a nuestro país, poner en marcha una política de reindustrialización con vocación exportadora y con valor agregado a los bienes de exportación, integrarse a las grandes cadenas de valor globales, apostar a la educación de calidad y pertinente y a la innovación, la ciencia y la tecnología. Y muy importante, seríamos unos tontos incomparables si no nos preparamos, con todas las precauciones, para asaltar el mercado venezolano que está próximo a abrirse.

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