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Reinaldo Suarez Díaz
Domingo 11 de noviembre de 2018 - 12:00 PM

Se nos vino el populismo

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Los pueblos de América y del mundo, desesperados de los políticos, de la corrupción, de la inseguridad y la miseria, se están echando en brazos de salvadores o populistas. El método de los líderes populistas es exagerar las situaciones y ofrecer fáciles soluciones. Las situaciones son extremas, pero ellos son la solución.

El peligro de tales liderazgos, como lo demuestra la historia, está en la volubilidad de los sentimientos populares que al sentirse frustrados se sumen en la desesperación, la anarquía y la violencia, conduciéndolos por los caminos de las dictaduras y el pisoteo de sus derechos fundamentales.

Los populistas de izquierda prometen paraísos de rectitud, de justicia y de igualdad y, echando a pique la economía, generan más pobreza y desigualdad. Los líderes populistas de derecha promulgan el orden, la trasparencia, y terminan en autoritarismo y mayor corrupción. Echemos un vistazo a algunos de nuestros países hermanos.

Argentina ha sufrido de un populismo endémico (el peronismo) que la ha conducido a crisis permanentes, y de ser potencialmente, con sus fértiles pampas, la despensa del mundo, terminó siendo limosnera del FMI.

La corrupción política, las rampantes desigualdades y su dependencia del milagroso oro negro, entregó a los venezolanos en brazos del salvador coronel Chávez, quien mientras gozó de una extraordinaria bonanza petrolera se convirtió en el Papá Noel de América, politizó y corrompió a PVDSA, la llevó a la improductividad y terminó, obligado por la muerte, a dejar el poder a merced de una rosca de ineptos y corruptos, que condujo a la dictadura y a la miseria.

Viene después AMLO en Méjico, que tras el largo imperio del PRI que acentuó (como sucedió también en Honduras) la desigualdad, la inseguridad y el imperio de las mafias. AMLO promete gobernar con rectitud y justicia pero ya comenzó demagógicamente, convocando a un Plebiscito sobre el nuevo aeropuerto que ya ha puesto a tambalear la economía que era lo único que funcionaba.

Y ahora Bolsonaro en Brasil promete acabar con la corrupción mediante un nuevo ejercicio de la autoridad basado en la Constitución y la Palabra de Dios (¿cuál?, ¿dónde?)…

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