domingo 08 de julio de 2012 - 12:00 AM

Roberto Serpa Florez

La delincuencia nos acosa

¿Hasta dónde llegaremos? Los poderes públicos están trenzados en una lucha de poderes y un combate en que los medios de comunicación  al servicio de toda clase de intereses toman partido a su favor o en contra. Los jueces dan credibilidad a los delincuentes, condenados ya o no; los representantes del pueblo irónicamente  llamados “Padres de la Patria” llegan a pactos y componendas simoníacos para aumentar y mantener sus privilegios; el poder ejecutivo que había lanzado y propuesto la mal llamada “Reforma de la Justicia” la retira intempestivamente; cae el ministro de justicia, el doctor Esguerra; los compromisarios habían llega a acuerdos más allá de los límites permisibles  a que podían aspirar. Dándose cuenta del esperpento jurídico el gobierno (el presidente y su ministro de justicia) retira el proyecto que cae arrastrando consigo al ministro Esguerra. Ante la perplejidad y el desconcierto los gobernantes legisladores y ciudadanos no saben qué decisión tomar. Se plantea como siempre el  cambiar por otra la Constitución Política. Otras propuestas hechas al desgaire, a tontas y a locas, sugieren que no se imprima y no se publique la ley de marras aunque se la  retire y se le deje expósita  o que se lleve a sesiones extras. (Esto sería ilegal). Total que el enredo es mayúsculo y no se sabe como desenredarlo. Entre tanto los hampones de toda clase: los políticos amangualados, los productores y exportadores de fármacos ilegales y  la subversión guerrillera se ponen de acuerdo para robar el erario y enriquecerse   a costa de los dineros públicos. El poder judicial gobierna y legisla tumbando leyes y decretos; el poder legislativo entrega al poder ejecutivo su potestad  de legislar y de establecer impuestos;  el ejecutivo trata de hacerse reelegir valiéndose de maniobras “non sanctas” y de componendas con los políticos a quienes combate hipócritamente tachándolos de corruptos, olvidando que en la corrupción hay dos participantes: la que da las dadivas y la que la recibe. La corrupción no está solamente en la industria privada sino en “la industria” de los poderes públicos. Es penoso escribir como una Casandra, quejándose de males sin cuento. “Lo triste es así” decía Peter Altenberg en epígrafe citado por nuestro gran poeta don Guillermo Valencia.

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