Halloween
El TLC (Teja-Ladrillo-Cemento) o (Tamal-Lechona-Cerveza) se ha convertido, por obra y gracia de nuestra clase política, en el Tratado de Libre Comercio de Votos que más ha colaborado a mantener firme la industria de la corrupción y el pleno empleo de burócratas a sueldo.
Aunque la Ley que rige a nuestro sistema electoral considera la compra de votos como un delito penal, no se conoce un solo detenido por esta causa.
Son miles los burócratas traficantes de lechona que transitan por los pasillos y oficinas de la administración pública: personas que son víctimas del estilo macabro utilizado por los politiqueros, empeñados en seguir en el carrusel de la corrupción. La lucha frontal contra la pobreza y el abandono de los más humildes, que debería ser la bandera del político, en nuestra ciudad es utilizada en sentido contrario, su objetivo es aumentar la miseria y la angustia y así obtener su dominación por medio de becas, mermelada y contratos de servicios que no obedecen a una política de estado seria. Son sólo una excusa para pagar “deudas” que la fábrica de la politiquería necesita saldar para sostenerse en el poder.
Nada tiene lógica. Nada tiene ética. Nada tiene estética en este sistema de administración pública donde siempre hay un solo proponente, reajuste de precios injustificados y aumento en cantidades de obra, que para colmo de males, es mal planificado, mal diseñado y mal ejecutado.
Es tal el poder de manipulación de los politiqueros, que los ciudadanos de estratos más altos, ingenuamente, apoyamos estas prácticas ilegales sin darnos cuenta de que la “rabia popular” se está acrecentando y que sólo falta el líder que la canalice. Y como dicen nuestras abuelas “después del ojo afuera no vale Santa Lucía”.
A poco más de un año de las elecciones para elegir a un nuevo alcalde, miremos adelante. Pero con memoria: porque la única manera de mirar para adelante, es mirar primero para atrás: El reloj del progreso en Bucaramanga, está atrasado. La hora de la lógica, la ética y la estética, ha llegado.