No cabe duda de que el gobierno de Gustavo Petro afronta en estos días la crisis más profunda desde que asumió el poder el...
Fiscal activista
Hace un par de semanas el Fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, visitó Bucaramanga e intervino en el 2do Congreso Internacional de Derecho Constitucional organizado por Uniciencia, con una ponencia que denominó “Dimensión ética de la paz total”. Allí habló de “lo divino y lo humano” y lanzó múltiples dardos especialmente al Presidente de la República, a quién le espetó fuertes comentarios acerca de los proyectos de ley presentados ante el congreso, y a través de los cuales se busca someter judicialmente a los diversos actores delincuenciales. Incluso llegó a decir que no haría las veces de notarío, argumentando que los beneficios que se pretenden otorgar a quienes se sometan a la ley, no serían automáticos.
La democracia precisamente garantiza que las posiciones discordantes puedan ser ampliamente difundidas, no sólo en los escenarios académicos sino también en cualquier tribuna pública que exista. La libertad de expresión es fundamental en un Estado de Derecho como el nuestro, y los servidores públicos no dejan de tener posiciones personales al asumir sus cargos. Claro, no pueden usar a su favor la investidura, pero son ciudadanos como cualquier otro con capacidad de disentir. Obviamente cuando el que habla es el Fiscal General, la cuestión genera más tensión por cuanto es quien dirige el rumbo de la institución más poderosa del país.
Con Barbosa no comparto una gran parte de sus posturas, al igual que me sucede con otros tantos profesionales del derecho, pero valoro el que sea un hombre con criterio y posturas sólidas. Erradas muchas de ellas, a mi juicio, pero finalmente provienen de su visión personal de las ciencias penales. Hoy veo un Fiscal General “agringado” que ha asumido un activismo que pocas veces el país ha tenido. En los Estados Unidos es más común que funcionarios similares tengan un rol así de activo. Personalmente me agrada que ello suceda, porque hoy día pareciera que en Colombia los actores políticos están ciegamente alineados con lo que el Presidente ordene.
Una sociedad discordante, que refuta y que discrepa, es mucho más segura que una que obedece y sigue instrucciones. El Fiscal ha asumido un rol que el país debe agradecer, pero también vigilar. Es muy fácil pasar de ser el Fiscal activista al “Fiscal candidato”. La línea es bien delgada.