Con mucha más pena que gloria el Alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda, abandonó el gobierno del presidente Gustavo Petro, dejando en el momento de su partida una gran cantidad de problemas.
El proyecto de reforma tributaria que el gobierno nacional recientemente radicó ante el Congreso de la República, ha generado un importante debate no solo por el número de impuestos que tendrían que cancelarse y el número de personas que tendrían que tributar en mayor medida, sino a su vez por el impuesto que se pretende incrementar a los alimentos ultraprocesados. De alguna u otra manera por este tipo de productos ya se paga un impuesto importante, pero se pretende gravarlos en mayor grado para desincentivar su consumo en la población en general. Esta medida se acompaña de una que años antes se había tomado, y es aquella por medio de la cual se obliga a que los empaques de este tipo de alimentos tengan imágenes que permitan identificar al consumidor que se encuentra frente a un producto que contiene altas cantidades de sodio, carbohidratos, o azúcares, entre otros.
En lo que al empaque respecta, durante muchos meses los productores de los alimentos ultraprocesados se abstuvieron de dar cumplimiento a la ley, bajo el argumento de que no se tenía claro cómo debía ser la figura de las imágenes que acompañaban los empaques. Al final, el ministro de salud decidió que el octógono era la figura más adecuada, de acuerdo a una serie de estudios que se hicieron al interior de la entidad.
Ahora bien, el debate actual gira en torno a si se deben o no incrementar los impuestos a las bebidas y alimentos que, por su contenido en sí, generan un daño en la salud del consumidor. Los opositores a dicha medida (que por lo general son los productores o lobistas de los productores) han alegado que la medida solamente afecta a la población más pobre del país, como si en su canasta familiar estuvieran las papas fritas y los chicharrones de paquete.
Una libra de tomate cuesta $3.000, y un cuarto de libra de Doritos cuesta $7.000. Un kilo de arroz cuesta $4.000 y un cuarto de libra de Cheetos cuesta $5.000. Los cuatro alimentos me encantan, debo confesarlo, pero es hora de que el debate se haga desde la realidad y no desde la ficción. Cuando de salud se trata, es mejor desincentivar que lamentar.