Todo parece indicar que el horror que sintió la opinión al conocer un caso de abuso de tipo sexual a un menor de siete años...
¿Y la academia?
Uno de los principales problemas que agobia a nuestra sociedad, es la falta de educación en todos los niveles. Clase alta, media o baja, atraviesan por una crisis de ignorancia absoluta. Los más importantes debates giran en torno a cuestiones absolutamente irrelevantes y se simplifican los aspectos más transcendentales. Recientemente vi en un chat familiar cómo se criticaba el aspecto físico de la vicepresidenta, como si ello fuera relevante para la nación. Faltaba más. Es francamente preocupante cómo nuestros niños y jóvenes reciben este tipo de mensajes sin filtro alguno.
En el departamento y el área metropolitana los problemas abundan y las soluciones no aparecen por ningún lado; menos aún los líderes que puedan resolverlos. Más que curtidos políticos, los ciudadanos necesitamos verdaderos generadores de soluciones; personas que no se dediquen a agradar sino a gestionar recursos y alternativas para la comunidad. El caos vial es evidente, ¿qué proponen? La pobreza aumenta diariamente, ¿qué hacemos? Creo que la dosis de populismo simplista que hemos venido recibiendo desde hace varios años llegó a su límite; es hora de pensar en lo que vamos a entregar a las próximas generaciones.
Si algo he aprendido a lo largo de los años, es que la academia cumple un rol determinante en cualquier sociedad, y personalmente creo que es hora de que los docentes pasen a ser “gerentes sociales”; verdaderos agentes de cambio con roles activos en la política. Pero no me refiero a los “escampan” en la docencia y de la noche a la mañana se autodenominan “profes”; no. Me refiero a los que dedican su diario vivir a gestionar conocimiento, a formar profesionales, a aportar a la sociedad. A los que ejercen el oficio y no a los “licenciados” de mentiras.
Ojalá y rectores, profesores y estudiantes, oigan el clamor de quienes rogamos por verlos liderando procesos de cambio y mejoramiento. Los electores debemos estar expectantes a analizar propuestas y a castigar en las urnas a quienes han traicionado nuestra confianza. Abundan los zorros disfrazados de ovejas y es vital que agudicemos el sentido común (que a veces es el menos común de los sentidos). En la academia está la solución, la historia nos da la razón.