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Santiago Gómez
Jueves 28 de noviembre de 2019 - 12:00 PM

Colombia despertó

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Hoy se completan nueve días de protestas ciudadanas en contra del desgobierno protagonizado por el presidente Duque. Manifestaciones que han sido más violentas que lo que la mayoría de quienes las apoyamos quisiéramos, pero muchísimo más pacíficas que lo que un grupúsculo de ciudadanos anclados en las cavernas, y con el afán de mantener sus privilegios intactos, desearían. Voces públicas que tienen cabida en medios de comunicación regionales han afirmado esta semana que los manifestantes debieron ser “acribillados y enviados a los infiernos” o que el asesinato de Dylan Cruz se justificó porque estaba “en el lugar equivocado” y no era un muchacho de bien, como si aún esa presunción lo debiera condenar a recibir un balazo no convencional en su cerebro. Justificar la violencia desde cualquier extremo político, moral o religioso y por las causas que sean, evidencia que somos una sociedad enferma.

No hay ni paz de Santos, ni guerra de Uribe. Hay un país que está profundamente descontento con las políticas de Duque y su partido, una mayoría indignada por las decisiones erráticas y poco transparentes de funcionarios públicos que ocultan información que hoy es cada vez más difícil de ocultar gracias a que el monopolio de la información ya no corresponde solo a sus oficinas de prensa. 20 años de condena para el militar que asesinó a Dimar Tomar, aquel que se justificó como un simple forcejeo. 18 niños bombardeados. Ahora es cada vez más difícil mentir públicamente y conseguir impunidades propias o ajenas cuando de responsabilidades penales o políticas se trata.

Por eso no hay mejor momento para hacer buen periodismo. No hay una coyuntura histórica que sea más favorable para que los medios recuperen su credibilidad y asuman el rol social que se espera de ellos. No hay mejor situación para cambiar el país desde la paz, esa que el país acarició ya hace tres años y que generó un mejor ambiente para los negocios, una disminución sustancial de las muertes violentas, esa que activó el turismo y le permitió a Colombia dejar de ser un Estado fallido a los ojos del mundo. Colombia despertó.

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