Esta semana el Ministro de Defensa declaró públicamente en Jerusalén que Irán era enemigo de Colombia, asociando dicho gobierno con el grupo terrorista chií libanés, Hezbolá, y las presuntas actuaciones de este en apoyo al gobierno venezolano. Con ello, el gobierno del Centro Democrático demuestra una vez más que delegó en incompetentes algunos de los sectores estratégicos del país.
Molanito, el mismo que se refirió a los niños reclutados ilegalmente por la guerrilla como “máquinas de guerra”, volvió a meter las patas. Demostró un total desconocimiento de la lógica geopolítica y diplomática de Medio Oriente, pues asumió que para ser amigo de Israel hay que ser enemigo de sus enemigos, pero a la vez reiteró la práctica ya común de la diplomacia nacional de acusar sin mostrar pruebas para tener luego que retractarse, como en las previas acusaciones a Teherán de ayudar a Venezuela a adquirir bombas nucleares.
La canciller Martica guardó silencio, porque fue Duque quien corrigió a su ministro bocón. Y a Mohammad Ali Ziae, embajador iraní, le tocó salir a afirmar que no, que Colombia era amigo de Irán y que las declaraciones del ministro colombiano no podían destruir una relación que desde 1975 ha sido activa, aunque distante.
Zapatero a tus zapatos, dice el dicho. El problema es cuando se ha tenido tantos cargos públicos como zapatos, con responsabilidades tan diversas y no se es experto en nada, como en el caso de Molano. El sanedrín de Duque hace agua, salvo muy pocas valiosísimas excepciones. Es importante devolver a la política pública la altura de tecnócratas con experiencia en el sector bajo su timonel. Si nos siguen gobernando personajes cantinflescos como Molanito, cualquiera que venga será mejor, y pensar eso es terrorífico. Colombia merece mucho más, el país debe elegir mucho mejor en los próximos meses.
Por eso retomo la propuesta del ministro y sugiero que el gobierno construya un Molanódromo para que los funcionarios que quieran hacerse virales diciendo tonterías lo hagan allí sin entorpecer el accionar de otros y sin complicar innecesariamente las relaciones del país con el entorno internacional.
