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opinion/columnistas/santiago gomez
Jueves 10 de septiembre de 2020 - 12:00 PM

No olvidemos nunca el 9S

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Colombia es un país centrífugo que lo lanza a uno con fuerza hacia los extremos cada vez que sufrimos y lloramos días tan tristes como el de este miércoles que pasó. Aún así no podemos desfallecer, quienes seguimos convencidos de que la violencia es contagiosa e indeseable en cualquier caso, en el esfuerzo de no convertirnos en instrumentos útiles de un aparato que quiere contaminarnos con discursos virulentos e incendiarios que insisten en inocular los poderosos halcones de la guerra para que “salgamos a votar verracos”, otra vez. Pero hay días, como hoy, que la rabia le gana a la mesura, en los que es difícil -e incluso irresponsable- ser moderado frente a tal caos.

El gobierno actual es desastroso, soberbio, indolente, ecpático y antipático, sin compasión, represivo, provocador, incendiario, selectivo, cínico. No podemos depender de la voluntad política de un partido como el Centro Democrático o sus integrantes para promover, diseñar y aprobar la reforma estructural que hoy necesita la Policía Nacional, principalmente porque han demostrado que no la tienen, pero también porque le han quedado grandes las reformas sustanciales que requiere Colombia para que por fin tengamos justicia social. Cualquier cosa se convierte en un arma letal en manos de alguien que la usa con sevicia: un taser, un discurso de odio, una ley que pretende favorecer a pocos, una papa bomba, un eufemismo malintencionado, la podredumbre de las manzanas. Somos el país de los asesinatos no letales. Somos el país de las conversaciones nacionales incumplidas.

Aquí al pacifismo le dicen tibieza, no se vuelvan a sorprender nunca porque a las masacres este presidente les dice “homicidios colectivos”. No solo hicieron trizas el Acuerdo, también al país. Pisotearon y rompieron el contrato social. Recuerden el 9 de septiembre la próxima vez que nos convoquen a votar, y a la siguiente. Colombia, en este gobierno, puso la coma en el lugar incorrecto: feliz día de los “derechos”, humanos. Es nuestra responsabilidad, inaplazable e innegociable, volver a ponerla en el lugar correcto, conteniendo la violencia. Al vaso ya no le caben más gotas.

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