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Santiago Gómez
Jueves 30 de mayo de 2019 - 12:00 PM

Se acabó esta Semana

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La revista Semana necesita más a Coronell que lo que él a ella, porque las dinámicas de producción y de divulgación periodística no son las mismas de 1977, cuando Hernando Santos echó a Klim de El Tiempo por criticar a López (Alfonso, no Felipe). Hoy, a diferencia de Lucas Caballero, el columnista silenciado no requiere más que un blog, un portal Web o su Twitter para, soportándose aún en los principios que le llevaron al lugar de prestigio en que se encuentra, esquivar las arbitrariedades editoriales o empresariales de una revista que, como Semana, fichó a Vicky Dávila y pateó al columnista más leído de Colombia, poniendo en riesgo financiero un producto que perdió en pocos días una cantidad significativa de suscriptores y seguidores, cambiando un Ferrari por un Simca.

Del tuit dominguero de Santos en el que defendía la libertad de expresión al publicado dos días después por el columnista anunciando la cancelación de su espacio, hay un “nosotros no tenemos que dar explicaciones por las decisiones que se tomen editorialmente” de Felipe López. Retrógrada, autosuficiente, desconectada y prehistórica la justificación del fundador de la revista. Hoy los medios, todos, deben responder editorialmente frente a sus audiencias. No necesariamente porque estas se hayan cualificado o porque los consumidores de información periodística sean hoy más exigentes, sino porque las plataformas digitales redujeron su papel de mediación y limitaron la hegemonía autárquica de los medios tradicionales frente a eventuales sesgos. Semana defendió su autonomía editorial –lo cual no necesariamente es inesperado o sorprendente- sin medir el impacto que ello tendría sobre algunos de los principios que declara: por lo menos los de transparencia, credibilidad y pluralidad. Hoy los contenidos son el rey, cierto, pero la audiencia es la reina. Y Felipe López quedó como el bufón de la corte.

La libertad de prensa y la libertad de expresión quedaron nuevamente debatiendo entre ellas, mientras al otro lado de la mesa, la ciudadanía ejerció el derecho de no consumir más la información ofrecida por Semana. A partir de hoy es que se ponen buenas las columnas de Daniel Coronell, bienvenidos al periodismo del siglo XXI.

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