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Sergio Arenas
Domingo 07 de mayo de 2023 - 12:00 PM

Congreso a dieta

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Cuando un cuerpo está enfermo, se tienen que estabilizar los mínimos vitales. ¿Cómo? Cambiando la dieta del paciente para evitar su muerte.

En este caso, el paciente es Colombia y el diagnóstico es el siguiente: su cuerpo, el Estado, está enfermo de pies a cabeza, y esa cabeza la representa un Presidente que no genera tranquilidad emocional. En cuanto al corazón de este cuerpo, el Congreso, ha tenido una dieta alta en azúcares, o mejor dicho, una dieta a base de mermelada. El problema es que todos sabemos que con una alimentación así no hay quien tenga energía para caminar. En otras palabras, los colombianos, que somos los pies de este cuerpo, andamos como podemos, pero un cuerpo enfermo no puede seguir avanzando.

Entonces ¿qué toca hacer? Iniciar la dieta inmediatamente. Lo primero es hacer que el corazón funcione bien. Para esto la mermelada no es una opción de alimentación. Pero no nos digamos mentiras, el dulce es adictivo y muy bien recibido por el paladar. Por esto, sin voluntad para cambiar la dieta, el cuerpo entraría en un estado vegetativo del que muy probablemente no se levantará nunca.

La responsabilidad de cuidar el corazón del Estado es tan grande que hoy los partidos políticos tienen en sus manos iniciar un tratamiento adecuado, o simplemente jactarse de la mermelada por 3 años que nos lleve a una muerte inminente.

Todos sabemos que las dietas pueden llegar a ser frustrantes, como todo cambio. Para Colombia lo más probable es que el Congreso no vuelva a sentir la satisfacción de tener el poder de algunas instituciones; no vuelva a tener la capacidad de entregar puestos, y sienta que se está perdiendo el poder en regiones y municipios; incluso puede que no se logre ayudar a los electores en sus necesidades. Pero sin dieta, hay muerte.

Por eso hago un llamado a nuestro Congreso de la República para que se mantenga firme en el tratamiento que necesita Colombia. Nada de mermelada. Es el momento de revivir nuestros principios y valores como sociedad, en donde Dios es el bastón que guía nuestros pasos, y el amor por nuestra patria enaltece nuestras instituciones; unos con los que nuestra raza pujante y trabajadora sigue levantándose todos los días para sacar adelante a cada familia.

Mientras el corazón funcione bien, vamos a tener un cuerpo estable para tomar mejores decisiones.

Señores congresistas, en sus manos está el futuro de Colombia.

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