lunes 29 de agosto de 2022 - 12:00 AM

Sergio Arenas

De espaldas al río

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Columna de
Sergio Arenas

Un gran porcentaje de mis columnas han sido dedicadas al Magdalena Medio. Me he atrevido a afirmar que el futuro del Área Metropolitana de Bucaramanga es Barrancabermeja; he roto mis vestiduras afirmando que Santander debería ser la capital energética de Colombia; he sido un defensor de la industria del petróleo enfocado en el proceso de transición energética para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible; me han atacado por manifestar que algunos políticos se han hecho elegir con un discurso populista que ha manoseado la industria del petróleo y he gritado a los cuatro vientos el riesgo de lo que significa perder el Magdalena Medio; Sin embargo, esta posición individual no ha sido suficiente para evitar lo inevitable. El nacimiento del Departamento del río.

Aunque varios analistas afirman que la creación de un Departamento es un proceso muy complejo, lo cierto es que el fondo supera la forma en este caso. Los habitantes de los casi 32 municipios que conformarían este departamento están absolutamente decididos en dar ese paso y la filosofía de este nuevo gobierno no solo alimenta dichos interés, sino que estas zonas olvidadas del país hacen parte de la agenda del nuevo Plan Nacional de Desarrollo, lo cual aumenta en un porcentaje bastante alto las probabilidades de que eso ocurra.

El camino está listo. El 8 de febrero de 2022, el Congreso de la República expidió la ley 2200 que permite la creación de nuevos departamentos. En Colombia existen 32 departamentos. El último que se creó fue el departamento del Caquetá en 1981.

Con su capital natural que sería Barrancabermeja, el Departamento del Río tendría injerencia en casi dos millones de habitantes que hoy por hoy sienten, que las capitales y los gobiernos departamentales a donde pertenecen, siempre les han dado la espalda.

No defender la industria del petróleo como debió ser, no haber entendido y apoyado desde la representación política de Santander la importancia de la conectividad fluvial y terrestre, no haber defendido con ahínco desde el sector productivo las pruebas piloto de fracking, no haber insistido desde la academia defender los estudios técnicos de la extracción no convencional, no haber participado en el liderazgo de Ecopetrol y no haber dignificado nuestro ADN petrolero nos está pasando la factura.

Este es el precio por haber dado la espalda al río y el Departamento del Río es el pago.

Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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