El presidente Gustavo Petro, quizás forzado en parte por los últimos resultados de la economía que ha mostrado índices preocupantes, parece, por fin, entender que de las posiciones dogmáticas, unilaterales, unidimensionales, solo queda el aislamiento y es lo que ha comenzado a experimentar su gobierno.
Nuestra ciudad tiene actualmente unas condiciones que se pueden comparar con una empresa en insolvencia.
El presupuesto de la ciudad es de 1.2 billones anuales y para repotenciarla, o saldar las deudas históricas, se necesitan alrededor de 30 billones de pesos.
Partiendo de esta cruda realidad debemos afirmar, sin lugar a equívoco, que no habrá ningún Alcalde que pueda cumplir las expectativas de los ciudadanos si no sale a buscar recursos del Gobierno Nacional.
Los candidatos hablan incansablemente del diagnóstico de la ciudad. Como siempre lo he dicho, nuestras ciudades están sobrediagnosticadas; lo que se necesita es acción, que se traduce en que el próximo Alcalde deberá tener la capacidad de conseguir recursos del Gobierno Nacional.
Al igual que las empresas, el Municipio necesita elegir a su mejor gerente, pero ese gerente debe tener un perfil de acuerdo a las necesidades ya expuestas de una empresa. En ese sentido, el nuevo Alcalde debe tener una gran capacidad de liderazgo para lograr poner de acuerdo al nuevo Gobernador, a la bancada parlamentaria y a sus homólogos de Floridablanca, Piedecuesta y Girón para así, de manera unánime, presentar los proyectos y jalonar la mayoría de recursos del Gobierno central.
Podemos pensar en una Bucaramanga más segura, llena de cámaras y tecnología; podemos hablar de grandes proyectos de infraestructura, de mejor educación, de ayudar a los más necesitados; incluso podríamos asegurar que el Atlético Bucaramanga ahora si va ser campeón, promesa que no sorprendería en esta época electoral, pero lo cierto es que sin recursos todo eso es mera palabrería.
Debemos elegir un Alcalde teniendo clara su capacidad de liderar y convocar. El nuevo Alcalde no puede dividir, mucho menos satanizar a los demás Alcaldes, ni tampoco a ningún líder político que le pueda aportar al proceso de gestionar recursos ante el Gobierno Nacional.
Los Santandereanos debemos dejar de una vez por todas ese individualismo que nos caracteriza; debemos aliarnos todos: sector privado y sector público. Esta es la única forma de generar una gran sinergia santandereana que nos permita recuperar nuestro espacio en la competitividad del país.
Santander requiere de un plan, y ese plan, a su vez requiere que todos nos sumemos a él, sin distinción de color o ideología.
Bucaramanga necesita más que un líder, un vendedor de nuestro territorio que gestione y consiga la plata que necesita la ciudad.