Nuestros deportistas merecen un aplauso cerrado por su presentación en los Juegos Nacionales y todos los torneos a los que asisten, porque logran vencer a sus rivales en las pistas de competición, y también la irresponsabilidad e incompetencia de nuestra dirigencia.
Cuando dos poderes en Colombia se encuentran y se enfrentan para definir temas estructurales del Estado, aparece la expresión “choque de trenes” como el ejemplo de lo que resultaría de dicha colisión institucional: un encuentro accidentado del que ninguno saldrá bien.
Llevando este ejemplo al nuevo Gobierno, se evidencia un permanente “choque de trenes”, que surge entre el imaginario de Estado perfecto que se sueña (lo social) y la dura realidad que lo despierta (lo económico).
En ese sentido, este Gobierno se empeña en desconocer el esfuerzo de los empresarios y comerciantes, al punto que todo lo que huela a sector productivo pareciera no estar dentro de su agenda, como si ese sector no hiciera también parte del crecimiento social de nuestra sociedad.
Los aspectos fundamentales de su plan de gobierno proponen cambios que requieren un plan de transición. Sin embargo, parece que este plan no está tan claro, o por lo menos así lo dejan ver sus voceros, los Ministros, con sus declaraciones radicales frente a temas como la explotación de recursos no renovables, o con las declaraciones difusas en los temas de la reforma tributaria, la reforma rural integral y la reforma electoral.
Lo cierto es que este Gobierno tiene claro el diagnóstico del país; no tanto así la fórmula para solucionarlo. Para la muestra, los diálogos regionales “vinculantes” que ya iniciaron, y que supuestamente marcarán la ruta del Plan Nacional de Desarrollo, pero que se quedan cortos, pues lo cierto es que de este ejercicio solo se logrará confirmar los datos que ya existen, mas no propondrán una estrategia real que permita contrarrestar una crisis que ya es mundial, y que impacta aún más si se sigue despreciando al sector productivo. Gustavo Petro es nuestro presidente y, desde la coherencia del respeto a las Instituciones, así lo debemos ver y apoyar, pero también exigir un plan que tenga como metas el bienestar colectivo sin sacrificar a nadie, especialmente al sector productivo que tanto le ha dado a este país y como tal, el primer paso que debe dar es reconocerlo y devolverle su dignidad.
El Estado ideal que plantea Petro se puede lograr, si y solo sí, se establece un plan de transición claro y real, desde el diagnóstico social (diálogos regionales vinculantes) pero necesariamente con el acompañamiento del sector productivo.
El permanente desprecio que el actual Gobierno tiene con el sector productivo es ya evidente, y le hace mucho daño a Colombia. Los empresarios de Colombia también hacen parte de la transición (todos y todas), y para su tranquilidad, son el único instrumento que tiene para lograr su plan de Gobierno. Hay que parar este “choque de trenes”. Es su deber señor Presidente. Colombia es una sola, y el bienestar social lo queremos todos.