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Sergio Rangel
Sábado 23 de abril de 2022 - 12:00 PM

A la espera de los bárbaros

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La historia tradicional enseñó que los pueblos bárbaros invadieron el Oriente Medio y Europa en el siglo IV. Razones económicas, celos de las “rutas de la seda”. Tribus bárbaras se empujaron unas a otras creando desolación y muerte. “...donde pisaba el caballo de Atila no volvía a salir la hierba.” Pero la historiografía moderna lo atribuye a que el mundo entró en un cambio ecológico. En Asia la disminución de la salinidad del mar Aral. La aparición de una vegetación marcadamente diferente en las estepas, pasturas a las que no estaban acostumbradas las caballerías ni los rebaños. Esos pueblos habitaban las franjas de tierra que unían a Mongolia con las llanuras de Europa Central, y ahora, dueños de los pastos y fuentes de aguas avanzaron aplastando todo a su paso. Una situación apocalíptica jamás vivida. El gigantesco ejército romano sufrió derrota en las llanuras de Tracia y así sucesivamente hasta la llegada de Alarico rey bárbaro a quien el Senado romano se negó a pagar el chantaje para impedir su entrada a Roma. La ocupa saqueándola sin incendiarla pues prometió volver. Ya en el 451 en la batalla de los Campos Cataláunicos, se derrota a la inmensa y veloz caballería de Atila, jefe de los Hunos. Resultaba incomprensible que pueblos bárbaros sin tradición sólida y cultural, derrotara el orden mundial de la época.

La historia se repite como una constante. Rusia invade en pleno siglo XXI a Ucrania por una previsible hambruna. ¿Quién detendrá a los bárbaros? El tema salta a América Latina como una loca pelota de “ping pong”. El Foro de São Paulo congrega las “viudas del poder”. Reconquistar naciones gobernadas por “Sátrapas” que asolaron a Argentina, Perú, Venezuela, Chile, etc., en fin “al que le caiga el guante que se lo chante”. Remedio peor que la enfermedad: el populismo de izquierda. Los incompetentes llegaron al poder y hoy no se encuentra salida para sus economías arruinadas. Colombia aproximándose a un proceso electoral que puede completar el caos que vive Latinoamérica, no sabe si reír o llorar. Petro el “mensajero del diablo”, envía a su hermano a la Picota a una cacería de votos, con el espejismo de una reducción de penas. Luego su “reversazo” jurando en notaría no expropiar. Por mentir le crecerá la nariz como al Cyrano de Bergerác. Fico, en los andenes de la Picota, megáfono en mano, como vendedor de plátanos, le responde a los hermanos Petro. El “lapsus calami” de Rodolfo, sobre la confusión de Hitler con Einstein, es una “pamplinada”. Tiene temblando a los funcionarios públicos, “les quitará las chequeras y el millón de celulares...” y con “no mentir, no robar, no traicionar”.

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