Publicidad

opinion/columnistas/sergio rangel
Sábado 04 de diciembre de 2021 - 12:00 PM

El Cañón del Chicamocha

Compartir
Imprimir
Comentarios

“... Por haber vivido tanto tiempo al borde del pantano, tú también te has transformado en rana y en sapo” (Así habló Zaratustra).

He recibido un hermoso regalo. Un libro de fotografía, autoría del maestro Juan Diego Pinzón y la investigadora Gloria Oviedo. Para mí, el fotógrafo de mayor calibre que le haya metido el lente a los riscos milenarios. La lluvia, los vientos, el sol y el paso del tiempo hicieron allí el aposento de las águilas y del espíritu de los Guanes. Luego vinieron hombres rudos y sembraron a orilla del limo del río.

Sus caras resecas por el sol y la brega son también viva fotografía de esa tierra, logrando penetrar en sus almas. “... Preguntadle a las mujeres, no se puede parir por gusto, el dolor hace cacarear a las gallinas y a los poetas”. Mi reconocimiento a Gloria Oviedo, quien ha soñado con mostrar al mundo una belleza de lo que pueden ser los surcos del tiempo, el río barroso y las tierras convertidas en bronce. “Patrimonio de la humanidad”, lo quiere ella y lo queremos todos.

Pero vamos al futuro. El río Chicamocha y el Suárez, posteriormente en Las Juntas, forman el río Sogamoso, y se embalsa para formar el gran lago Topocoro de 4 mil hectáreas que genera 5.056 MW (megavatios/año).

Aquí también una gran expectativa turística. El paisaje es comparable a las grandes moles de agua que atraen a los turistas del mundo, pero sigue todavía crudo, por decirlo de alguna manera. Su riqueza ictiológica hay que protegerla.

Si las aguas de los ríos que lo forman no llegan descontaminadas, no habrá desarrollo piscícola, ni deportes acuáticos, ni turismo, ni hotelería. ¿Qué hacer? A alguien le oí una idea que puede parecer un poco loca. Buscar el consenso de la Nación, los departamentos y los municipios por donde pasan esos ríos. Todos los años se tiran al aire millones de pesos, para que esos municipios que con sus aguas de podredumbre celebren sus fiestas “patronales”, que son el empobrecimiento y tragedia de los hogares. Riñas y basura.

Orquestas y comerciantes con tenderetes que a los tres días se van con el dinero del pueblo, dejando toneladas de basura y pobreza. La propuesta a cambio de eso: municipio que no construya una Ptar (Planta de Tratamiento de sus aguas residuales), no podrá tener auxilios para celebrar sus fiestas patronales.

En las crónicas de indias de Díaz del Castillo, cuenta la admiración por las sartas de pescado de los indios secándose al sol. De nuestros ríos descontaminados resulta el resolver el hambre de Colombia.

Elija a Vanguardia como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí y únase a nuestro canal de Whastapp acá.

Publicidad

Publicidad

Tendencias

Publicidad

Publicidad

Noticias del día

Publicidad